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Para el día viernes Chan se encontraba en la cocina de su casa, estaba preparando sus golosinas para ver un maratón de películas, así disfrutaría de su día libre.

Estaba colocando unas fundas de chucherías en un bowl cuando escuchó el timbre de su casa. Con su ceño fruncido dejó las cosas en el mesón y se dirigió hacia la puerta. La abrió y su expresión de sorpresa no pudo evitar mostrar cuando vio a Jeongin frente a él.

Una vez más, Jeongin lo fue a buscar y su corazón volvió a latir con velocidad.

—Jeongin... —murmuró Chan.

—Hola —saludó Jeongin, manteniendo esa preciosa sonrisa que no salía de la cabeza de Chan en los últimos días—. ¿Cómo has estado?

—Hola... Bien, he estado bien... ¿Y tú?

—Me da gusto saberlo, también he estado bien y ahora estoy mucho mejor.

—Ah, qué bueno...

—No respondiste mis mensajes —continuó Jeongin—, así que; no estaba seguro de si hoy era tu día libre o no, pero igual vine con la esperanza de encontrarte... Y me alegro mucho poder verte.

Chan desvió su mirada hacia un costado, evitando chocar con la de Jeongin.

—Uhm, sí... Me olvidé de revisar los mensajes, he estado ocupado y no me ha dado el tiempo de hacerlo.

La verdad, Chan sí había leído los mensajes de Jeongin, pero desde la barra de notificaciones. No sabía qué contestarle, quería decirle que estaba libre el viernes, más eso significaba que volvería a ver a Jeongin y una parte de él le decía que no continuara acercándose a Jeongin porque terminaría jodido de cabeza a pies.

—Entiendo, tenemos ocupaciones y olvidamos por un momento andar en el celular, a mí también me suele pasar —dijo Jeongin sin cambiar su expresión de alegría—. Bueno, aparte de que quería verte, también vine para preguntarte algo... ¿Te gustaría ir al cine conmigo? Luego podríamos ir a cenar.

—Pues...

¿Cómo se negaba a aceptar? ¿Cómo le decía que no quería porque no tenía ánimos de salir de su casa? ¿Cómo hacerlo sin llegar lastimarlo?

—Oh...

Sin embargo, no hizo falta que Chan lo dijera, Jeongin lo descifró con tal sólo observar su rostro.

Y Chan se sorprendió al ver cómo en un instante pudo cambiar la expresión de Jeongin, pasando de alegría a una de desilusión. Chan se sintió un completo idiota y quiso golpearse por eso.

—Si tienes cosas que hacer y no puedes, yo lo entiendo. Podríamos dejarlo para otro día —habló Jeongin, evitando mirar a Chan—. Igual es mi culpa por aparecerme sin avisar e insistir cuando puede que tú no quieras, discúlpame por eso, sé que es algo molesto —acomodó el bolso en su hombro—. Bueno, te dejo, nos vemos luego.

Jeongin se volteó y empezó a marcharse del hogar de Chan, mientras que Chan se quedó parado en la puerta, pensando en lo sucedido.

No le gustó ver la expresión triste en el rostro de Jeongin, y le gustó menos saber que fue él el causante. No, Jeongin no debía mostrarse así, era un ser de luz, tenía que sonreír, merecía ser feliz.

Rápidamente salió de su casa sin darse cuenta de que dejó la puerta abierta, él solo corrió hasta alcanzar a Jeongin en la esquina de su barrio. Lo detuvo tomándolo del brazo con fuerzas y con su respiración agitada. Jeongin se volteó y Chan deslizó su mano por el brazo de Jeongin hasta llegar a tocar la mano de él, de inmediato sintió como si le cogiera corriente.

—¿Qué sucedió? —preguntó Jeongin con confusión.

—Yo...

Chan jadeaba, le tomó unos segundos reponer su respiración, cuando lo hizo miró a Jeongin a los ojos, pero la apartó porque lo hizo sentir más nervioso.

—Tú no molestas, tampoco es molesto que vengas —masculló Chan sin mirar a Jeongin a los ojos, un sutil color rojo adornaba sus mejillas—. Yo no sabía si aceptar porque no quería salir de mi casa, pero bueno... Ya estoy fuera de ella —se alzó de hombros mientras soltaba una risita—. Pero no quiero ir al cine, hoy no tengo ganas de ir a un lugar en donde haya muchas personas. Antes de tu llegada estaba preparando mi snack para ver películas en mi casa y en tranquilidad... Si aún estás dispuesto y quieres, ¿podrías quedarte a ver películas conmigo en mi casa? No sé, bueno, luego podríamos ordenar pizza o comida a domicilio para cenar...

Jeongin se mantuvo en silencio con una expresión neutral, que luego de unos minutos la cambió, dejando ver esa sonrisa que Chan quería que perdurara siempre en la cara de Jeongin.

—Sí, me gusta más esa idea.

Entonces Chan sonrió porque Jeongin lo estaba haciendo y verlo sonreír le causaba alegría.

Ambos caminaron de regreso a la casa de Chan, en donde la puerta estaba abierta por descuido del dueño. Por suerte no había pasado mucho tiempo y el barrio de Chan no eran tan peligroso.

Jeongin ayudó a Chan a terminar de preparar las chucherías que comerían, luego siguió a Chan hasta que llegaron a la puerta de su habitación. Jeongin se adentró a pasos lentos, observando a su alrededor.

—¿Las películas las veremos aquí? —preguntó Jeongin refiriéndose a la habitación, comenzando a sentirse nervioso.

—Uhm, sí... Me gusta ver películas acostado en mi cama y, además, no tengo una televisión en la sala. Como sólo soy yo quien vive aquí, decidí colocarla en mi habitación —explicó Chan—. ¿Eso te incomoda?

—No, no, para nada...

—Bueno, siéntate o acuéstate, como prefieras.

Chan se acostó a un lado de la cama, dejándole el otro lado a Jeongin. La cama era grande, así que entraban ambos perfectamente.

Jeongin con algo de timidez se acercó hasta sentarse en el espacio vacío de la cama, sintiendo su corazón latiendo muy rápido y tratando de concentrarse en la película.

"Amor y Monstruos" era la película que Chan había elegido como primera opción. Y Jeongin estaba eternamente agradecido con esa película, puesto que gracias a ella pudo escuchar la hermosa y cautivadora risa de Chan.

Un agradable sonido que sus oídos jamás olvidarían.

Un agradable sonido que sus oídos jamás olvidarían

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Damn, I like you! ♡ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora