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La película transcurrió en un ambiente agradable, ambos la estaban pasando bien, conversaban un poco sobre la película e intercambiaban risas. Luego de que finalizara la película, colocaron otra y después otra más. La tercera película era una de romance homosexual.

—¿Te molestaría ver esta película? —preguntó Chan, señalando la pantalla de su televisión—. Si deseas podemos ver otra película, no tengo problema.

—No, esa está bien, a mí no me molesta —contestó Jeongin, tranquilo—. Me gustan los chicos, así que; eso no me hace sentir incómodo.

Chan observó a Jeongin a los ojos, pero retiró su mirada con inmediatez, pues no podía sostener tanto tiempo su mirada en los ojos de Jeongin, su corazón se volvió un loco cuando lo miraba, y era seguro que terminaría perdiendo el control y cometería una estupidez.

Entonces Chan le dio inicio y ambos se concentraron en la película, al menos hasta más de la mitad, debido a que en una de las escenas la tensión surgió entre ellos, pues los protagonistas empezaron a hacer cosas "prohibidas". Jeongin comenzó a rascarse el brazo y trató de calmar a su corazón desesperado, mientras que Chan intentaba mantenerse neutral, intentaba sacar esas imágenes de su cabeza.

Sin embargo, no fue posible para ninguno de los dos sobrevivir ante esa tensión entre ellos.

Jeongin llevó su mano hacia el bowl para agarrar una papa frita, pero no esperó que Chan pensara hacer lo mismo y causara que sus manos se tocaran, volviendo a sentir esa corriente eléctrica.

Rápidamente apartaron las manos, pero no fueron capaces de decirse algo, sólo se quedaron observándose en silencio, y poco a poco fueron acercándose hasta ir acortando la distancia. Sabían lo que querían sus corazones, más no estaban seguros de ser aceptados por el otro.

Estaba tan cerca que Jeongin ya no lo soportó más y terminó por tomar la nuca de Chan, atrayéndolo hacia él y uniendo sus labios en un beso lento, sin ápice de lujuria. Un beso puro e inocente en donde ambos sentían esas maripositas en sus vientres.

Cuando se separaron sus ojos se conectaron, comunicándose más de lo que pudieran hacer con palabras.

Entonces fue Chan el que perdió el control y tomó las mejillas de Jeongin, volviendo a juntar sus labios, pero esta vez con más pasión. Jeongin se sentó a horcajadas sobre las piernas de Chan, tirando de una patada el bowl, con ello causando que el bowl hiciera un fuerte sonido cuando tocó el suelo y que su contenido se esparciera por el mismo, pero eso no le importó a ninguno de los dos, pues en ese momento les importaba más disfrutar de la suavidad y dulzura de los labios del otro, y de la bonita sensación que estaban sintiendo en sus cuerpos.

Chan acarició la nuca de Jeongin y deslizó su mano por su espalda hasta llegar a su cadera y dejar su mano ahí. Poco a poco fue metiendo su mano dentro de la camisa de Jeongin, acariciando la suave y caliente piel que contrastaba perfectamente con su áspera y fría mano.

Jeongin soltó un agudo gemido sobre sus labios y aquello fue la alarma que necesitaba la cabeza de Chan para tener de vuelta el control. Bruscamente, Chan se separó de Jeongin, alejándose unos cuantos pasos y dejando a Jeongin perplejo en la cama.

—¿Eh? ¿Qué pasó? —preguntó Jeongin, completamente desorientado.

—Esto está mal —musitó Chan, negando con su cabeza.

—¿Por qué estaría mal? —inquirió Jeongin, sintiendo la desilusión manifestarse en él.

—Está mal, Jeongin, porque... porque... porque fue un impulso del momento. Debemos olvidarlo.

Algo empezó a romperse en el interior de Jeongin.

—Pero, yo...

—No quiero que te confundas... —respondió—. Borra todo esto de tu cabeza, por favor, Jeongin... Yo haré lo mismo, ¿sí?

—Eso no es... —soltó con ardor en sus ojos, pero calló de inmediato, comprendiendo la situación, entendiendo de inmediato lo que sentía Chan—. Está bien, lo olvidaré —contestó Jeongin con su cabeza agachada.

—Gracias por comprender, Jeongin.

Chan soltó aire, aliviado, mientras que Jeongin se puso de pie y se agachó, empezando a recoger lo tirado en el suelo, pero sin mirar a Chan.

—Déjame ayudarte —dijo Chan, agachándose a lado de Jeongin.

Sus manos volvieron a tocarse por unos segundos, más Jeongin la apartó enseguida y continuó recogiendo, sin ser capaz de mirarlo, porque si lo hacía era seguro que lloraría. Cuando terminaron, Jeongin se puso de pie y dejó el bowl sobre el velador.

—Bueno... Yo tengo que irme —avisó Jeongin, moviendo sus manos con inquietud.

—¿Te irás? ¿Tan pronto? —preguntó Chan con algo de desilusión—. La película todavía no termina y yo... yo pensé que te quedarías a cenar.

—Lo lamento —susurró, tragando saliva fuertemente—, pero ya se está haciendo tarde y si no me apresuro es posible que no alcance al último bus.

—Entiendo, pero igual yo podría dejarte en mi auto, no tengo problema con eso.

—Gracias, pero no quiero molestarte.

—No es molestia.

—Igual gracias, pero prefiero tomar el autobús.

—Bueno, entonces te acompaño hasta la parada.

—No es necesario, conozco el camino, puedo ir solo.

—Oh... De acuerdo, pero déjame acompañarte hasta la salida, ¿sí?

Jeongin asintió, apresurándose en tomar sus cosas y salir de la habitación. Avanzaron hacia la puerta, Jeongin la abrió, pero antes de marcharse se giró a ver a Chan.

—Gracias por invitarme a ver películas en tu casa.

—No fue nada.

—También lamento por haber venido sin avisar y molestarte con mis mensajes.

—No te preocupes más por eso —trató de tranquilizarse—. Hoy la pasé bien contigo.

—Sí, yo igual... —musitó con su miraba en el suelo—. Bueno, yo me voy, hasta luego.

Jeongin se despidió torpemente y salió de la casa sin atreverse a mirar a Chan a los ojos. No tenía la valentía para hacerlo porque sabía que se derrumbaría en ese instante y él no quería verse como un estúpido, por ello estaban conteniéndose. Sin embargo, en el momento en que se subió al bus y escuchó aquella canción triste que el chofer justamente había colocado ya no lo resistió más... Jeongin se echó llorar dentro del bus y en medio de esa melodía que comprendía la tristeza de su corazón.

Mientras que Chan se quedó parado en la entrada de su casa, completamente confundido, porque Jeongin no lo había mirado ni sonreído, y tampoco se despidió sin ese beso en la mejilla que le había dado desde la primera vez que se vieron.

Mientras que Chan se quedó parado en la entrada de su casa, completamente confundido, porque Jeongin no lo había mirado ni sonreído, y tampoco se despidió sin ese beso en la mejilla que le había dado desde la primera vez que se vieron

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