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Narrador omnisciente

Estuvieron recorriendo el lugar durante un buen rato, ostensiblemente buscando a los demás, aunque en realidad aprovechaban la oportunidad para estar más tiempo juntos. Cuando finalmente dieron con ellos, milagrosamente no estaban intentando matarse y parecían conversando amigablemente.

Todos se dieron cuenta de su presencia cuando entraron en la habitación. Shinya se acercó enseguida a su hijo para asegurarse de que estuviera bien, y no solo él; Guren y los amigos de Yuu también lo rodearon, cuestionándolo sobre lo sucedido. Yuu solo reía nerviosamente.

Lacus, René y Crowley se acercaron a Mikaela, observándolo perplejos por su nueva condición.

-Le queda bien ese color de ojos, príncipe -dijo Crowley, tratando de aliviar la tensión que de repente llenaba la habitación.

Ante su comentario, René solo se sostuvo el puente de la nariz y Lacus frunció el ceño al igual que el rubio.

Mikaela sintió que faltaba algo, o más bien alguien importante en aquella sala. Sus ojos carmín comenzaron a recorrer el lugar hasta que se dio cuenta de un gran detalle.

-¿Y mi madre? -soltó, consternado.

La habitación quedó en silencio tras decir eso, y todos miraron al príncipe con lástima.

-No pudimos rescatarla, solo a ti. Se complicó todo cuando fuimos por ustedes, lo sentimos.-admitió René con cierta culpa en sus palabras.

-Ella... ¿Está bien?

Nuevamente hubo un silencio antes de que el pelirrojo decidiera hablar.

-No le voy a mentir. Ella no está bien. Su artefacto encantado fue retirado, y Ferid está usando uno de los portales para exponerla a la luz del sol. Cuando Lacus y René intentaron liberarla, Ferid los atacó, lo que impidió que pudieran salvarla.

-Tenemos que volver por ella -murmuró Mikaela para sí mismo, aunque los otros vampiros presentes escucharon sus palabras.

-Claro que volveremos por ella, pero por ahora es mejor que te adaptes a tu nueva forma antes de regresar -Crowley se acercó al rubio y colocó su mano en su hombro, en un gesto de motivación-. Ni siquiera para nosotros, que estamos especializados en combate.

-Tienes razón -admitió Mikaela.

La parte razonable de Mikaela le decía que era mejor mantener las apariencias y no parecer un niño desesperado por ir con su madre. Necesitaba ayuda, ya que solo no podría enfrentarse al idiota de Ferid. Así que, por ahora, tenía que esperar. De repente, se dio cuenta de otro detalle importante y sus ojos se enfocaron en los humanos presentes.

-¿Qué hacen ellos aquí? -preguntó, confundido y con una ceja alzada.

-Vinimos a ayudar -aseguró Shinya con una sonrisa nerviosa pero firme-. Estos chicos están aquí como apoyo para Yuu.

-Necesito más detalles porque realmente no entiendo -dijo Mikaela. Como si una bombilla se encendiera en su cabeza, tras ver las armas que los adultos portaban, recordó la información que había estado aprendiendo de los libros que leyó durante años.-. ¡¿Son cazadores de vampiros?! ¡¿Ustedes forman parte de uno de los escuadrones?!

-¡¿Cómo sabes todo eso y no te atreviste a decirme nada?! -preguntó Yuichiro, algo exaltado, no por enojo sino por indignación.

-Lo siento, Yuu-chan -se lamentó Mikaela.

-Este chico sí es listo -alabó Guren-. Podrías compartir algo de tu inteligencia con este chico -sus brazos rodearon al pequeño azabache-. La necesita.

-No es momento para bromas.-se quejó Yuichiro.

-¿Quién dijo que estoy bromeando? -replicó Guren con una sonrisa llena de soberbia.

Gracias a eso, recibió un golpe en el hombro por parte de su esposo.

-Volviendo al tema principal -habló Mikaela-. ¿Nos están ayudando... ustedes que son cazadores de vampiros?

-No creas que lo hacemos por ti -dijo Guren en tono serio, rodando los ojos con fastidio-. Lo hacemos por el mocoso de Yuichiro.

El aludido solo sonrió con orgullo, como si fuera un logro que su padre admitiera que lo ayudaba en algo tan importante para él. El viejo nunca hubiera admitido aquellas palabras a la ligera.

-Si sabían que era un vampiro, ¿por qué no dijeron o hicieron algo contra mí? -preguntó Mikaela con curiosidad.

Los dos adultos miraron de reojo a su hijo y luego suspiraron al mismo tiempo.

-Al principio, nuestro plan era vigilarte para ver si planeabas hacer algo contra nuestro hijo o los humanos. Con el tiempo, notamos que no tenías malas intenciones, así que decidimos confiar en ti y dejar que te quedaras con nosotros -explicó Shinya.

-Y también era tan divertido ver las excusas que ponían para disimular tu condición.-añadió Guren con tono de burla.

Tanto Yuichiro como Mikaela se sintieron realmente tontos. Habían hecho lo imposible para que los padres de Yuichiro no se dieran cuenta. Se habían esforzado en vano.

-No pensé que realmente existieran -dijo sinceramente Mikaela. Aunque tenía un semblante serio, sus ojos mostraban asombro y curiosidad. Esto le pareció adorable a Yuichiro, quien se acercó a él y entrelazó sus manos.

-Querido príncipe, la reina te tenía en una caja de cristal, adorable -dijo mientras revolvía los cabellos rubios de Mika, riendo-. Se supone que los cazadores se retiraron tras el trato que hizo el general con la reina. El trato consistía en que los vampiros no volverían al mundo humano para cazar, por ende los portales fueron cerrados.-continuó Crowley-. Eso fue una especie de tratado de paz, ya que por miles de años ha existido una guerra entre humanos y vampiros.

-¿Y por qué nunca supimos sobre la existencia de ustedes? -preguntó Shinoa, incrédula, con una ceja alzada.

-A pesar de ser asesinos a sangre fría, con los avances tecnológicos de los humanos no era conveniente que supieran de nuestra existencia. Era más fácil dar con nuestra ubicación y acabar con nosotros de manera silenciosa -respondió Crowley.

-Tú y yo aún tenemos cosas pendientes -dijo Guren con semblante serio.

-Es hora de olvidar el pasado, Ichinose. Madura.

-Pasado... -murmuró Yuichiro para sí mismo-. Padre, viejo -los llamó para captar su atención-. ¿Me pueden explicar ese tema de nuestras vidas pasadas? Y también el hecho de que Mika y yo hemos estado juntos en cada una de ellas.

Los dos adultos miraron a su hijo con gran sorpresa y, sobre todo, con un sentimiento de culpa que comenzó a invadir sus cuerpos.

Dimensiones || MikaYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora