Inseguridades

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Pilar despertó en la mañana con una sonrisa en el rostro, se sentía incluso más liviana después de haberse entregado la noche anterior. Miró a su lado queriendo encontrar a Elizabeth, pero en lugar de eso, no vio nada.

Se sentó pensativa, ¿donde estaba?

Pensó en la idea de que estuviera en otro lado de la casa, pero cuando apenas ese pensamiento pasó por su cabeza, la puerta se abrió con Miriam, quien al parecer no estaba sorprendida de verla ahí y ver los senos al aire de Pilar quien los cubrió rápidamente avergonzada.

— veo que ayer no fue un día tan desastroso como parecía— dijo con una sonrisa.

— si...emmm...¿sabes donde está ella?— preguntó la rubia

— Lamento decepcionarte, pero ella se ha ido a trabajar temprano en la mañana...— dijo la criada

—oh—

— ¿quieres desayuno?— preguntó Miriam

— no, gracias Miriam—

La empleada salió de la habitación, dejando sola a Pilar.

— ¿hice algo mal?— pensó

Luego de pasarse unos minutos pensando en porque la millonaria no se había quedado con ella en la cama ese día, fue al baño y se dio una ducha, sintiéndose sucia de repente, sintiendo que le habían quitado una parte de ella, cuestionándose si Elizabeth era verdaderamente la correcta.

En la noche ella había sentido que Lizzie era la correcta. Ella se sintió tan bien con ella en ese momento, y Elizabeth fue tan cariñosa y preocupada con Pilar, que ella no pensó que horas después sentiría ese tipo de inseguridades.

Evidentemente que Elizabeth era la correcta, ¿pero acaso no era muy pronto para entregarse a ella de esa manera?

Luego de haberse tomado una ducha y vestirse con la ropa que llevó al baño, no se dio cuenta de cuánto tiempo estuvo mirándose al espejo, cuando alguien tocó la puerta de este. Al abrirla vio esos ojos verdes que le daban tanta seguridad y ahí recordó porque se había entregado a Elizabeth, porque a pesar de todo respetó lo que ella quería, nunca la forzó a hacer nada y siempre se preocupó porque estuviera bien.

— emm...¿t..te sientes bien?— preguntó la mayor.

— si...— respondió la menor y al mirar nuevamente a los ojos a Elizabeth vio cierta inseguridad en ella— te fuiste...— murmuró

— oh si...hice unas compras...para ti— dijo y la menor frunció el ceño.

— ¿no trabajabas?— preguntó la menor y la mayor negó.

— ven...espero que te guste lo que compré — la mayor tomó de la mano a la de ojos marrones y cuando salieron, se veía la cama llena de bolsas.

— Elizabeth...eso es mucho...no..—

— míralos...hay algunos vestidos que de seguro te van a gustar, espero — dijo Elizabeth

— cielo...— Pilar jamás había llamado a Lizzie de esa manera, y eso le sorprendió tanto a la mayor, pero le sacó una sonrisa— ¿porque hiciste todo esto?— preguntó Pilar.

— ¿no te gusta?— preguntó la millonaria — pensé en esta noche...ir a una...cita...si quieres claro— los ojos de Pilar se iluminaron.

Encontraba tan tierno, verla así de nerviosa.

— claro que me gusta...— Pilar comenzó a ver los vestidos y a encontrar todos muy a su estilo.

La sonrisa deslumbrante de la joven, hacía a la mayor sentir un millón de mariposas revolotear en su estómago.

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