Pilar pasó dos semanas sin salir de su cuarto, simplemente no podía ver a los ojos a Elizabeth sin avergonzarse. Ella sabía que se había equivocado con Elizabeth ese día, que debió ser más clara con ella.
Mientras estaba en su cama leyendo un libro, sintió a Miriam entrar a su cuarto.
— señorita Pilar— dijo la mayor, llamando la atención de la joven— buenas noticias— dijo Miriam, pensando que lo que estaba apunto de anunciar alegraría a la muchacha.
— ¿si?— una sonrisa se formó en el rostro de la de ojos marrones.
— la señorita Elizabeth la ha dejado ir— su sonrisa inmediatamente se borró.
Esa era la manera de Elizabeth de decir que ya no importaba, que ya no la quería. Era su manera de decir adiós.
— ¿donde está ella?- preguntó Pilar dirigiéndose a la puerta.
— ella no está en casa por el momento— respondió Miriam y los ojos de Pilar se aguaron.
Ella no quería ese adiós, ella no había querido que esto pasara. Pilar había tenido que decir siempre adiós y esta vez no quería, ella no estaba lista para una despedida.
— ¿donde está ?¿en su trabajo? ¿Donde?— la alteración de Pilar preocupó a la empleada.
— no tengo permitido decirlo— respondió Miriam y salió del cuarto sin más.
Dolía y mucho, la chica sentía aquel hueco en el pecho, como si le hubieran roto algo dentro de ella. Luego de calmarse y secar sus lágrimas, simplemente se cambió y salió, de todas formas la habían traído sin nada.
Cuando salió en el salón había un hombre de negro.
— la señorita Elizabeth me pidió dirigirla a su casa— dijo el hombre.
— no necesito un chofer— contestó enojada.
— son órdenes de la señorita Elizabeth— declaró el hombre.
— me importa una mierda sus estupidas órdenes, quiero que ella venga y me ordene de irme a la cara a ver si puede—
— no es una opción señorita— dijo el guardia— yo solo sigo órdenes—
— solo hazlo querida, no dejes llevarte por tu enojo—dijo Miriam. Luego de un momento de indecisión, la menor decidió irse con el chofer.
Se subió al auto y cuando el chofer se subió arrancó el auto y fue a la ciudad. Una media hora después, Pilar se dio cuenta que el chico no estaba yendo a su casa, ese no era el buen camino.
— oye te has equivocado— dijo Pilar.
— no creo— dijo el chofer.
— este no es el camino a mi casa— el chico de negro sonrió de lado y no respondió a aquel comentario.
Pilar se acomodó en su asiento bastante nerviosa y asustada. Cuando vio por la ventana, estaban delante de un edificio enorme.
— esto es para usted— el pelinegro le dio una llave con un llavero que tenía el piso y el número de apartamento.
La menor se bajó confundida y al girarse vio el auto irse rápidamente. Entró en el edificio y tomó el ascensor , subió al tercer piso, número 374. Al entrar, encendió la luz y vio un gran salón, una cocina amplia a su derecha y una ventana que hacía de muro, donde se veía toda la ciudad. En el comedor, había un teléfono, Pilar lo tomó y al abrirlo vio que el fondo de pantalla era una foto que ella y Elizabeth se habían tomado en el césped.
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Raptada
RomanceUna empresaria, obsesionada con las mujeres y drogadicta, se interesa por una nueva empleada de su cafetería favorita. Decide raptarla y no se da cuenta cuando cae profundamente enamorada de esta y de la misma manera de la parte de Pilar, quien nunc...