Venezuela fue consiente de que muy seguramente alguien iría corriendo a solicitar su ayuda con las clases de bachata, ya que, hasta para el solo dos clases por semana era muy poco.
Y así fue, uno tras otros. Fueron firmemente rechazados.
Pero, tenía que admitir que estaba más que sorprendido al ver al canadiense en la puerta de su casa.
Canadá, el segundo país más grande del mundo.
Canadá, el hermano menor de su declarado públicamente enemigo.
Canadá, aquel que podía competir en el en lo lindo y caliente. Solo que el pelirrojo SÍ tenía un aura de inocencia verdaderamente sofocante.
Eso creía el. Eso creían todos.
Cruzo sus brazos a la vez que se apoyaba en el marco de la puerta de su vivienda, luciendo desinteresado.
El más alto trago grueso, esperando una respuesta ante su petición — súplica —.
Venezuela lo examinó de arriba a abajo, observando detenidamente sus reacciones.
No pudo evitar sonreír calmadamente. Le enternecia su actitud.
— Claro —. Respondió por fin.
Canadá levanto su mirada, sorprendido.
— ¿Enserio? —. Cuestionó, sonriendo por la emoción.
— Sí. Eres el primero que no viene aquí con una actitud arrogante... Segundo. Eres el segundo.
El norteamericano parpadeó lentamente, haciendo una mueca al comprender sus palabras.
— ¿Fue USA?
— Y también tu padre, Estonia... También estuvo por aquí Países Bajos —. Suspiró, colocandose derecho por fin —. Ah... También India... Aunque el no fue grosero, pero no me apetecía que me pisaran cada vez que se moviera.
Canadá rio levemente, aún apenado por lo de su padre y hermano.
— No importa. Vamos a practicar dos veces a la semana. Consideralo... Una oportunidad para aprender del mejor.
Se dió media vuelta, empezando a caminar hacia adentro de su hogar.
— Tengo tú número, te enviaré los días que estaremos juntos.
Estar juntos.
Se oía tan bonito. Jamás perdería la oportunidad de aprovechar esa oportunidad.
— ¿Por qué no me lo dices ahora? —. Pregunto con curiosidad, deteniendolo cuando iba a cerrar la puerta.
Venezuela se le quedó mirando un momento, cómo intentando descifrar que había detrás de esa pregunta y, al no ver más que una genuina curiosidad, respondió mirándolo extrañado.
— Yo estoy estudiando. Tengo que coordinar los días para poder estar contigo y a la vez no dejar de hacer mis deberes —. Explico pausadamente.
Canadá parpadeó, y lentamente su boca fue formando una "o" por la impresión.
Venezuela soltó una leve risilla.
— No sabía que estudiabas.
— Y no deberías saberlo... ¿Me guardarias el secreto? —. Le guiño un ojo, terminando de meterse a su casa.
Canadá quedó como un bobo enfrente de aquella puerta de madera finamente tallada. Se veía antigua.
Genial, ahora detallaba la puerta de la persona por la cual tenía un leve crush.
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