SECUENCIA CUATRO

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Llegaron al lugar, al abrir la puerta vieron el estado deplorable de la casa. Había botellas tiradas por todas partes y también licor derramado en el piso, bastaba con solo oler la casa para sentirse embriagado.

—¿Cómo llegaste a este estado? —dijo mirando todo el lugar, no se parecía en nada a la bonita casa que vió el primer día que estuvo ahí.

—Mi ex-esposa me llamó.

—¿Qué te dijo? —trató de no sonar enojado, no tenía porqué estarlo, pero le molestaba que Memo siempre hablara de ella.

—Solo quería saber cómo estaba, no nos hablamos desde hace tanto tiempo.

—¿Y eso te dejó así?

—No lo entiendes, me duele que se haya ido.

Tomó una botella vacía y la metió dentro de una bolsa de plástico que se encontraba cerca, repitió el proceso con las otras botellas.

—¿Pues entonces por qué te dejó?

—Porque yo nunca estaba con ella, no estaba listo para el matrimonio, me di cuenta muy tarde. Me importaba más mi trabajo y ella quería a alguien que sí le prestara atención.

Al oír esto, Lionel sintió pena por él. Lo tomó suavemente de la nuca y dejó que apoyara su cabeza en su hombro, este respondió el gesto empezando a llorar, no le gustaba hacerlo, lo hacía sentir débil y fuera de control, pero por alguna razón, estando ahora con él, se sentía… bien, se sentía correcto, como si pudiera confiarle su dolor y dejar que él lo sanará. Hipeos y lamentos hacían eco en la ahora lúgubre estancia. El amarillo nunca le había parecido un color tan deprimente a Messi.

—Lo siento. —Guillermo habló de repente, separándose del abrazo.

—¿Por qué?

—Hiciste un excelente trabajo ayudándome y yo solo me porté mal contigo. —Agachó la cabeza apenado.

—Guille, tú no eres una mala persona, solo eres testarudo, idiota, egocéntrico… Pero no eres malo, hay una gran persona oculta en el caparazón en el que has decidido esconderte y yo estoy dispuesto a ayudarte a descubrirlo. —Señaló su pecho, donde se encontraba su corazón.

Guillermo volvió a llorar, abrazó entonces al otro, Messi correspondió el abrazo tiernamente, acariciando su cabecita.

—Eres como un ángel caído del cielo —susurró.

—Solo trato de ayudarte.

—¿Quieres que te cuente lo que soñé mientras estaba en coma?

—Eso parece interesante. —Ambos se sentaron en el sofá que estaba cerca.

—Bueno, todo fue horrible, un montón de pesadillas. Pero en medio de esos sueños había uno en especial… soñé contigo. —El otro lo miró con sorpresa—. Estaba en un gran maizal, gigantesco, y estaba perdido, pero entonces te encontré y me llevaste de vuelta al camino —suspiró, no lo notaba pero sus ojitos se llenaron de emoción, una emoción que Messi veía muy poco en él, pero le gustaba—. Te quedaste conmigo hasta que desperté. No quería separarme de ti. Al despertar lo primero en lo que pensé fue en ti —confesó.

—Parece que te cuido incluso en tus sueños —rió suave.

Memo miró sus labios, la tonalidad de estos era un rosa melocotón. Eran tan suaves y delgados. Acercó sus dedos a estos y los rozó, sus dedos se sentían tan fríos contra los labios del menor. Bajó su mano.

Empezó a acercarse lentamente hacia el otro, este, conociendo sus intenciones cerró sus ojos y lo tomó de la nuca. Sus labios chocaron en una explosión de sentimientos. Recordó entonces tiempos antiguos, tantas cosas y personas que amó con todo su corazón, como su primer beso.

Lights, camera, action! [MECHOA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora