FINAL

787 71 20
                                    


Gezelligheid   

La calidez de estar con los seres amados.   

Cinco años después.   

1:30 a.m   

Agustin esperaba sentado en el mueble con sus piernas y brazos cruzados. Su mirada fija en la puerta de entrada. Mecía el pie e ignoraba los ronquidos de la persona a su lado.    

Las luces se encontraban apagadas, escuchó cómo la puerta era abierta lentamente. La persona cerró la puerta y caminó evitando hacer ruido hasta prender la luz de la sala.    

—¡Ginocchio Joaquin!—el nombrado se asustó llevando una de sus manos al pecho, Marcos quien estaba sentado alado de Agustin saltó en su lugar y despertó—. ¿Estás son horas de llegar a casa?   

—Papá—alargó—, se me hizo un poco tarde—se excusó—. Tuve que acompañar a Franchesco a su casa.    

Agustin relajó su entrecejo pero decidió mantenerse firme—. Marcos Ginocchio —codeó sus costillas, el Castaño pestañeó un par de veces —. ¿No vas a decirle nada a tu hijo?   

—Buenas noches, joaquin.    

—Buenas madrugas, papá—le sonrió.    

—Ginocchio, hablo enserio—le reprochó.   

—Cariño, Joaquin ya no está pequeño y se sabe cuidar. Míralo, está sobrio—señaló con las dos manos —, no parece que haya ido de fiesta—le defendió.    

—Ustede...   

—¿Papi?   

—Luna, mi amor—se levantó para tenerla entre sus brazos—. Regresemos a dormir.   

—¿Y papá?—preguntó somnolienta.    

—Papá y Joaquin van a conversar los últimos detalles para tu fiesta de cumpleaños—Luna asintió y recostó la cabeza en el pecho de Agustin.   

El pelinegro les dio una última mirada la cual decía: "a dormir, ahora".  Antes de entrar a la habitación con su pequeña en brazos.    

2:30 p.m   

—Mar, ¡El pastel, tenía que llegar hace media hora!—caminaba de derecha a izquierda marcando por teléfono.    

—Amor—detuvo su andar e hizo que le mirara—. Calmate, de segur...   

El timbre sonó y Agustin corrió hacia la puerta.   

—Buenas tardes señor Ginocchio, mil disculpas. El tráfico hoy está horrible—el repartidor le explicaba el motivo de su retraso.    

El pelinegro comprendió y tras tener lo último que faltaba para el cumpleaños de su hija se dejó caer en el sofá para descansar del día agotador.   

Marcos le abrazó y comenzó a repartir besos en la cara de Agustin haciéndole soltar risitas.    

                                
        
              
—Todo va a salir como lo planeamos—besó su mejilla—. No te preocupes—besó su frente—. Nuestra hija va a amar su fiesta de cumpleaños—besó sus labios.   

—Papá, los tíos llamaron para decir que ya vienen en camino—Joaquin apareció con Luna en brazos.    

—¡Que hermosa que está nuestra Luna!—alagó su padre.    

—Gracias papá, papi siempre dice que hasta con un saco de papas me vería hermosa—respondió—. Como Marillin Mourei—peinó su cabello.    

—Marilyn Monroe—corrigió Joaquin.    

Mío- margusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora