•°•☘︎ ɪғ ᴏɴʟʏ ☘︎•°•
Mérida Greenwich busca huir de sus obligaciones como princesa, lo que hace que termine en el bosque de Jericó siendo perseguida por guardias, pero siendo guiada por la naturaleza hasta una academia nombrada como Nevermore co...
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Salió de aquel portal en medio del bosque. Su respiración agitada y sus pasos rompiendo las ramas que estaban esparcidas por el suelo hacían que el bosque se desesperara con ella al ser el sonido más fuerte en el lugar.
No debían ser más de las cinco de la tarde, podía ver el sol despidiéndose con lentitud por el oeste siendo oculto por nubes teñidas de un rosa anaranjado.
Pasos detrás de ella se hicieron sonar, maldijo por lo bajo cuando vio a uno de los guardias del reino ir tras ella.
Su vista estaba borrosa por las lágrimas, estaba aterrada. Ella no quería volver.
No quería gobernar o alguna de esas mierdas de la realeza. Tampoco quería que meses después de tomar el trono hubiera alguna guerra interna.
Y sí, probablemente huir no había sido la mejor de sus opciones, pero era la única si de no gobernar en un buen tiempo era lo que quería.
Lo peor es que ni siquiera era una princesa heredera normal. Era una hada, eso no ayudaba con su presión.
Seria cuidar de su pueblo e igualmente de la naturaleza, nada fácil sabiendo que ella era una despistada y olvidaba hasta el detalle más importante. Y añadiéndole que su relación con el bosque o algún otro ecosistema natural se reducía a ayudarse mutuamente cuando fuera una situación de gravedad.
Y por esa misma razón el bosque la guiaba a algún lugar, el cual ella definitivamente no conocía, pero no dudó en seguir las señales del bosque.
No la pondría en peligro, a ninguno de los dos le convenía.
Tropezó cayendo al suelo golpeando su rostro con la raíz de un árbol. Gruñó poniéndose de pie con rapidez, ya no era un guardia, eran tres y gritaban su nombre con desesperación pidiéndole que se detuviera.
Siguió corriendo hasta llegar a las afueras de lo que por un momento pensó que era un castillo, pero esa idea se fue cuando notó que había adolescentes por doquier, y que ella no estaba en Herondale para que las personas tuvieran una madurez lenta físicamente como la de las hadas.
El viento sopló en dirección a la izquierda con brusquedad, la chica corrió en esa dirección encontrando un alambrado con una apertura. Se metió por ahí apurada, sintió su espalda ser rasgada por las puntas del alambre.
Chilló maldiciendo la típica vestimenta de las hadas en Herondale.
Cuando por fin estuvo dentro de aquellas instalaciones calló de rodillas, sintió algunas piedras enterrarse en estas, observó como el césped crecía enredándose en la reja.
Los guardias pararon. No podían lastimar a la naturaleza, así que el trío miró a la princesa al mismo tiempo, pero solo uno habló.
—La reina la encontrará y la llevará de vuelta, princesa.
La castaña de rulos labios sus labios resecos.
—Mi madre sabe perfectamente que puede venir y chantajearme, pero no volveré hasta que esté lista. Dele ese mensaje por mí.
