•°•☘︎ ɪғ ᴏɴʟʏ ☘︎•°•
Mérida Greenwich busca huir de sus obligaciones como princesa, lo que hace que termine en el bosque de Jericó siendo perseguida por guardias, pero siendo guiada por la naturaleza hasta una academia nombrada como Nevermore co...
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Mérida resoplaba más veces de las que en algún momento en su vida lo había hecho.
Debió haberle dicho que no, que no quería gente en la habitación. Apenas se estaba acostumbrando al aire, el cual no era tan puro como en Herondale y eso la tenía mareada.
Además de que la música empezaba a ser tortura para sus tímpanos. No entendía por qué les gustaba ese tal rock. El sonido era estresante, lo que sea que hubiera detrás de la voz del cantante la mataba.
Le destruía los tímpanos.
Y no ayudaba tener a diez personas en su cuarto riendo, cantando, y gritando por un juego de mesa, algo llamado Uno.
No llevaba ni una hora en el cuarto y tuvo que salir al balcón para tomar aire y despejarse de los gritos, aunque seguían escuchándose.
Deseaba que Weems llegara y los castigará, tenía entendido que no podía haber chicos en las habitaciones del sexo opuesto y viceversa, también que las luces se apagaban a las 10:30pm.
No le importaba si ella también terminaba castigada.
Resopló por milésima vez y se sentó en el filo del balcón.
Le gustaban las alturas; cuando estaba en Herondale subía a lo más alto del castillo solo para sentarse en el filo y observar el bosque en el que habitaba.
A los guardias les daba un mini infarto cada vez que la encontraban a esa altura, pero agradecían que no fuera tan rebelde como la hermana mayor de Mérida, Perséfone, porque ella terminaría tirándose.
Como su nombre indicaba, Persi, cómo le decía Mérida cuando eran pequeñas, era una destructora. Al principio empezó con cosas pequeñas: ventanas, mesas, sillas, jarrones.
La madre contaba que ese ánimo de destruir ayudaría cuando la chica tomara el trono y alguna amenaza se acercara.
Lo que no contaba, era que la hermosa Perséfone, terminaría renunciando a la corona para convertirse en una guerrera y espía del mundo de las hadas con tan poca edad, y no solo eso, porque entre los mundanos se le conocía cómo una delincuente que siempre conseguía salir de cada reformatorio juvenil al que entraba.
Cuando la reina se enteró, el caos se desató.
Perséfone terminó siendo exiliada para toda la eternidad de su propio hogar, y la familia real le mintió al pueblo diciendo que había muerto en una misión.
Mérida tenía unos pocos años menos que su hermana cuando eso sucedió, odiaba a su madre, pero no tanto como a su hermana por haberla dejado con la carga de todo un reino sobre su espalda.
Tenia solo nueve cuando empezaron a educarla fuertemente para que fuera la reina de Herondale cuando cumpliera la edad determinada o simplemente cuando su madre muriera.
Pero no culpaba a su hermana por renunciar a la corona, después de todo, ella había huido justo el día de su coronación.
Las hadas empezaban a murmurar que la reina no podía controlar a sus hijas.
