-¿Cómo llegar a ti?-

11 1 0
                                    

Han pasado varios días desde que lo vio por primera vez y cada segundo que pasaba hacía que ansiara más verlo tan solo un instante para asegurarse que no alucinó con ver a un hombre tan atractivo, quería estar segura de que no fuera una ilusión vacía, que el hombre en cuestión si existía.
Era frustrante pero a la vez misterioso pues se hacía cada vez más obvio que pasaba junto a la iglesia para verlo y  queriendo entrar para buscarle, a ese hombre, hombre tan refinado y extraño que sus recuerdos apenas se hacían claros al tratar de recordarlo.
No tardó mucho en que sus súplicas se hicieran realidad, lo volvió a ver, esta vez un poco más de cerca pues justamente platicaba con las monjas que miraba a diario y le regalaban sonrisas y un saludo cordial por las tardes, corrió con mucha suerte pues, esta vez tendría la oportunidad de hablar con el, por primera vez.
No podía disimular sus nervios, pues delante de ella, estaba el y una monja que después del saludo le tocó el hombro para preguntarle con una voz tierna: -Pasas diario por aquí señorita, siempre del lado de la casa de nuestro señor, eso nos ha hecho preguntarnos, ¿eres cristiana? Por desgracia, jamas te hemos visto entrar jovencita, no tengas miedo, aquí eres siempre bienvenida.- Agregó con un tono dulce.
Ella claramente apenada no supo que contestar por lo que él, escucha lo que le dice aquella señora religiosa y un tanto entrometida le cuestiona. -Por favor Hannah, no molestes a la señorita.-
En ese momento, sus ojos brillaron al cruzarse con los de él, no podía creer que estaba escuchando su voz, una voz grave y hermosa, una voz simplemente preciosa, no pudo articular otra oración para saldarse de ese incómodo momento, donde notablemente quedó flechada.
-No es molestia, en realidad no soy creyente, paso siempre por aquí porque me parece un lugar seguro y muy bello, nunca he tenido la oportunidad de estar dentro.- Dijo ella con un tono de voz más bajo del que acostumbra.
-¿Acaso tus padres nunca te han inculcado la religión niña? Aquí te podemos enseñar todo sobre la palabra de nuestro señor salvador, entra jovencita, nosotras te guiaremos al camino de la...-
-Hannah, te dijo claramente que no es religiosa, es una joven que sólo camina por aquí, no la abrumes, ve con las demás y encárgate de tus asuntos. Bruscamente el evidente sacerdote, interrumpe a la monja haciendo que esta se marche un tanto indignada.
Ella sin saber que podría decirle a aquella monja que intentaba ser amable choca miradas con él nuevamente, agradeciéndole que le haya salvado de aquella conversación tan incomoda. Él, curioso sobre ella, le dirige una pregunta vergonzosa; -¿Es cierto que caminas diario por aquí? Lamento no haberte notado antes, por lo visto, Hannah y sus compañeras ya te habían ubicado muy bien, ¿por qué yo no?-
No pudo evitar que sus mejillas enrojecieran y bajar la mirada pues ella sabía muy bien que la única razón ya, por la que pasaba diario por ahí era para verlo a él.
-Es que, no vivo muy lejos de aquí y este es el camino que tomo hacia mi escuela.-
-¿Ah si? ¿y cuál es tu escuela?- Preguntó él, intrigado por alguna razón que ella desconocía.
-Por allá- Dijo señalando con su mano temblorosa y pálida.
-Ya veo pero, no preguntaré dónde vives porque sé que nos acabamos de conocer pero no es lo ideal que camines tú sola, sin importar la lejanía entre ambos lugares, perdona que te lo diga pero pareces muy frágil, y más por estas calles que no siempre son muy seguras.-
Sentía su corazón estallar al escuchar las palabras de ese hombre que parecía sumamente interesado.
-Mi madre trabaja y apenas nos mudamos cerca, así que no puede traerme, pero yo estoy bien, me gusta ir y venir por mi cuenta, estaré bien, es usted muy amable por preocuparse.- Casi se le quiebra la voz, pero logró controlar su emoción oculta por las palabras.
-¿No conoces bien? Deberías de salir con tu mamá para saber en dónde están viviendo, no es un mal lugar pero deberían tener cuidado, si gustas, ya que pasas por aquí, en algún momento podría ayudarte a conocer por estas calles, por lo visto no tienes más familiares aquí, he trabajado en esta iglesia por un tiempo así que conozco y yo podría enseñarte para que no tengas problemas, espero que no lo encuentres mal.-
Le dijo él mirándola fijamente, como si tratara de ver más allá de sus ojos tímidos y sus ruborizadas mejillas, como si ese joven sacerdote encontrara algo más profundo en su débil mirada...

Clouds ☁️Where stories live. Discover now