En tanto que mis AirPods expulsaban la meliflua melodía de She Will be Loved de Maroon 5, pude sentir como la piel se me erizaba debido al contacto de esta con la suave arena de South Beach. Sé lo que están pensando. Sé que se preguntan por qué demonios estoy escuchando música en la playa. Por dios, se supone que venía a lanzarme. Pero juro que en estos momentos el único lugar del que quiero lanzarme, es del puente más cercano a donde me encuentro.
Después de haber sido rebajada contra el castaño por él mismo, de tal forma como para no poder verlo a la cara siquiera, solo me he podido alejar lo necesario del stand como para no volverlo a topar. Lo cual es un tanto insignificante conociendo que es mi vecino. Mi vecino tormentador, que me choca un auto, que escucha la música al tope, no piensa en los demás, y lo peor, pero que digo lo peor... que se ve muy bien.
Mientras me inclino sobre la manta visiblemente arrugada que cargo por debajo de mi espalda, doy un giro hacia mi móvil, que se encuentra sobre el bolso de supervivencia que mantengo conmigo. Y cuando me percato de los dos mensajes que tengo sin leer, pauso a Maroon 5 para examinarlos.
Jacob.
Me escribió: ¿podemos hablar?
Enredo mis hilos de cabello entre mis dedos, mientras creo un silencio acogedor.
¿Será verdad eso de que las personas la mayoría del tiempo suelen ser un baúl de sorpresas? No puedes estimar a alguien más por salir de tu vida, cuando eres consciente de que de eso se trata. Lo entendí con Jacob. Quiero decir; sabía que las probabilidades de que el momento llegara eran mucho más altas que las que no. Lo sabía. Era consciente. Pero cuando lo vi salir por esa puerta aquella noche, solo quería matarlo. Estaba tan enojada que quería que sufriera por lo que estaba haciendo. Y me dije: nunca me entendió. Pero después de un rato pensé: yo tampoco logré entenderlo.
Decido hacer como que no vi el mensaje, mientras retrocedo la postura inicial en la que hace unos minutos me encontraba.
El cielo se encuentra despejado. Se le mira tan apacible que me gustaría estar dentro de él. No me refiero a la muerte, no. Me refiero a la manera en la que se siente verlo. Es tan fascinante que me gustaría contemplarlo más de cerca.
De camino a la casita playera, planeo darme una ducha de lo más relajante posible para despejar un poco mis pensamientos. También pienso en una malteada, y de vainilla para ser específicos, pero no la de Gelatos Cream.
Mientras observo el suelo descolocada, estoy cada vez más cerca de la casa de playa. Me fijo en que tiene un poco las pintas de una casa que estuvo abandonada por un buen tiempo. Las paredes me creaban un conflicto mental de si en verdad eran color blanco hueso tiza, o si simplemente estaban sucias y polvorientas. Los barandales de madera teca lucían sin mantenimiento. Como si no los hubiesen revisado por años. Pero es linda y acogedora aún con tantas partículas de polvo.
Casi ingresando a la residencia, localizo al vecino con la mirada, y lo encuentro tirado entre la tela gruesa de una hamaca vieja leyendo un libro. Pretendía ignorarlo e entrar a la casa con el plan de la ducha relajante en mente intacto, hasta que me lanza un:
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14 DÍAS: como una vida entera
RomanceEllos lo son... son todo lo que necesitaban. Maite, alguien a quien llevar a surfear. Bruce, una máquina humana de malteadas. Eso y algo más. Imaginen que todo comienza con un choque de automóvil. ¿Ya lo lograron? Bueno, ahora imaginen lo que viene...