—¿Estás demente?
—No, Maite, no estoy demente. —dijo en la llamada Lina respirando lentamente.
—Te pueden tirar a la calle ¿lo sabías?
De seguro se preguntan qué ha sucedido y porqué le digo a Lina mantequilla que la podrían dejar en la calle.
Sucede que hace solo unos minutos me ha despertado el ringtone especial de The Rolling Stones que le tengo al contacto de Lina, para mostrar a mi mejor amiga emocionada y dando muchos gritos, diciendo que hoy mismo va llegar a South Beach para que no me deprima sola y comamos helado de vainilla juntas.
Pero, es una locura.
—Mai, el trabajo no importa, y no te preocupes, no me van a echar —exclama Lina dejando escuchar las ruedas de su equipaje recorrer el suelo.
—¡Lina mantequilla! ¿acaso te volviste loca? —le dije—. Acabas de regresar de unas vacaciones en París, Claudia ni en broma te va dar la semana.
—He ahí el dilema.
—¿A qué dilema te refieres exactamente? —respondí asustada.
Escucho a Lina reír como si fuera una psicópata de película.
—No le voy a pedir un permiso a esa bruja —explicó—. Me voy a ir por la semana y diré que me contagió un virus o algo raro, pero que sea creíble.
Enredé ambas manos en mi cabello en señal de frustración. No conocía a otra persona tan necia. Lina siempre fue así. Si haría algo, nadie podría convencerla de lo contrario, ni siquiera yo.
—Sabes que, ven. De todas formas no me harás caso —espeté mientras reía—. Pero no te atrevas a llegar sin helado de vainilla y sin macarrones.
—Oh no, eso jamás. Después ¿cómo sobreviviremos?
—Cereal de avena —le dije con tono de burla.
—Ñe —demandó Lina en un sonido de asco. Lastimosamente el cereal de avena es una de las pocas cosas en donde no coincidimos—. Sin duda, no me puede faltar el helado de vainilla.
—Ni los macarrones —arrastré las palabras para que no se le olvidara.
—Vale vale, ni los macarrones.
Lina colgó la llamada y yo emprendí camino hacia la cocina a prepararme un café helado. No tenía idea de los beneficios de este tipo de café en la mañana, pero sí sabía que a mí me venían de buenas.
Por mientras, vierto el café helado en una especie de termo y al probarlo pienso en que cada vez mejoro un poco más. Eran las nueve de la mañana y yo solo podía bostezar y bostezar. El frío que crea la marea solo me provoca tirarme de nuevo en la cama, pero creí que sería más productivo para mí salir a caminar un rato. Así que eso hice.
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14 DÍAS: como una vida entera
عاطفيةEllos lo son... son todo lo que necesitaban. Maite, alguien a quien llevar a surfear. Bruce, una máquina humana de malteadas. Eso y algo más. Imaginen que todo comienza con un choque de automóvil. ¿Ya lo lograron? Bueno, ahora imaginen lo que viene...