━━━ 00 | sᴇᴅɴᴀᴛᴇɴᴇᴀ

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Capítulo Cero
( I N T R O D U C C I Ó N )
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“ sᴇᴅɴᴀᴛᴇɴᴇᴀ ”
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Capítulo Cero( I N T R O D U C C I Ó N )┌───────── ∘°❉°∘ ─────────┐“ sᴇᴅɴᴀᴛᴇɴᴇᴀ ”└───────── °∘❉∘° ─────────┘

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     Mamá solía contarme la historia de mi nacimiento como si fuese un milagro. Decía que era la encarnación de Eywa y que ella me envió con los Metkayina para que me mantengan a salvo, para poder vivir como ellos y así guiarlos hacia sus brazos y su manto. Hablaba como si fuese su porta voz o su salvación, una especie de deidad en carne y hueso.

     Nací de las profundidades del océano, literalmente. Y puede sonar extraño, pero recuerdo ese día a la perfección a pesar de ser tan solo un bebé. Recuerdo que estaba oscuro y frío, no había nadie al alrededor. Sin embargo, conforme comenzaba a flotar hacia la superficie, todo se volvía más claro y cálido, y las criaturas del mar formaban un círculo protector hasta que por fin pude tomar aire fresco.

     Recuerdo el cielo despejado y la brisa sobre mi rostro al igual que las olas arrullando mi diminuto cuerpo. Recuerdo a los animales darme la bienvenida, festejando y salpicando todo con cada brinco. Y recuerdo sentir el latido de algo o alguien que se conectaba a mi pecho, sincronizado el palpitar de su corazón con el mío para unirse en uno solo.

     Tantos colores, tantas voces, tantas sensaciones. En ese entonces no tenía ni idea de cómo se llamaban esas emociones, pero me encantaban, tanto que en vez de soltar en llanto empecé a reír. Y como si mi risa le hubiera invocado, algo salió a la superficie y me puso en su lomo para llevarme en un viaje a través del océano junto con el resto de su especie.

     No podía hablar, eso es más que obvio, pero entendía lo que decían y me comunicaba con ellos al producir sonidos con mi boca: Su especie es conocida por los Metkayina como Tulkun, criaturas inteligentes que poseen sus propios nombres y una rica historia y cultura familiar, así como música, matemáticas y poesía sofisticada. Además me hice amiga de cada uno de sus miembros, en especial de la madre –la cuál me mantuvo sobre ella en el recorrido– y de la cría más pequeña con la que hice una especie de conexión inmediata. También recuerdo que en esa época regresaban de un largo viaje para visitar a sus hermanos, y Vante –la madre– tenía la sensación de que ellos se harían cargo de mí y me aceptarían en su clan, más bien, estaba segura de que lo harían.

   Mi curiosidad desde ese instante ha sido más grande que mi confusión o cualquier otro sentimiento, y al ver la gran isla frente a mí esa ilusión incrementó.
     El clan Metkayina está conformado por varios pueblos, pero el principal es al que Vante me llevó: el pueblo Awa'atlu, frente a la costa del Mar del Este a orillas del océano tropical de Pandora, en los arrecifes de coral. Es un lugar hermoso, con numerosas rocas y raíces que sobresalen de las aguas poco profundas las cuales son la base para la construcción de aldeas, casas individuales llamadas Marui y otros lugares maravillosos que te cautivan a primera vista. Pero lo que más llamó mi atención fue el baile que los Tulkuns crearon para saludar a sus hermanos y hermanas na'vi. Un baile lleno de vida, amor y cariño interpretado con cada salto y aleteo a través de las aguas cristalinas del océano.

     Estaba tan extasiada y enamorada de esa muestra de afecto y del espectáculo que mi risa no tardó en aparecer, opacando la celebración de todos para concentrarse en mí. Vante aprovechó la situación para presentarme, y cuando indicó que provenía del corazón de Pandora inmediatamente la sorpresa inundó la atmósfera sin pasar desapercibida por los líderes, quienes aparecieron justo a tiempo para tratar de apaciguar a su gente.

     El Olo'eyktan Tonowari y la Tsahìk Ronal dieron un paso al frente, mostrando cierto desconcierto que poco a poco fue desapareciendo para mirarme como lo que era: un recién nacido indefenso del mundo que le rodeaba, lleno de preguntas y dudas sobre la vida. Un bebé que requería de una familia. Un regalo por parte de la naturaleza. Y desde ese momento hasta la fecha me convertí en parte de su familia y fui bautizada como Sednatenea: Hija del mar y de Eywa.

     Me criaron con todo el amor que me podrían dar y me permitieron pasear por el océano cuando quisiera al igual que explorar el pueblo en busca de nuevas aventuras. Todos alentaban mis ansias de saber más, y apoyaban mi entusiasmo por ir más allá de la vida misma. Después de todo, era considerada la descendiente de su diosa, y estaban de acuerdo con que me uniera a ella.
     Incluso cuando nacieron mis hermanos Tsireya y Ao'nung, estaban felices de que los llevara conmigo a descubrir la belleza de Pandora. Los tres íbamos de allá a acá siendo cautivados por el mar y los animales que viven en él, y éramos totalmente inseparables.

     No obstante, a medida que fuimos creciendo, mis padres me fueron alejando lentamente de mis deseos y mis hermanos, y me explicaron que no solo era una más de sus hijos, sino que también era su primogénita y la sucesora al trono. Por lo tanto, mi deber era no solo vincularme con la naturaleza, sino también con mi pueblo.

     Debo admitirlo, al principio me rehusaba a hacerlo y les daba la espalda para ignorar por completo sus órdenes y sus discursos, escapando de mis obligaciones y trabajos.
     No quería abandonar mi espíritu libre ni la escencia de querer vivir verdaderamente como las criaturas que habitan el mar o las olas que se desplazan hacia mis pies. Anhelaba sentir de nuevo las mismas emociones de cuando nací, o de ser arrullada por el vasto océano para siempre. Pero en medio de todos mis berrinches, comprendí que también era mi deber proteger y guiar a la gente que me veía crecer y me dio un hogar en el cual vivir, al igual que la familia que me dio el amor y el cariño que nunca pensé obtener.

     No era justo que solo cumplieran mis caprichos, ya no era una niña. Había crecido y cada una de estas personas aportaba algo importante para mantenerse a salvo. Ahora era mi turno de ser parte de eso. Tenía que hacer algo por mi pueblo y darles las gracias por su afecto. Devolverles el favor.

     Fue ahí que lo decidí y comencé a seguir las reglas de mis padres, cumpliendo cada demanda al pie de la letra y de la forma más impecable posible. Y aunque no me prohibieron del todo acercarme al mar o a conectarme con él, ya no tenía el tiempo suficiente para disfrutar como lo solía hacer.
     Esa chispa en mi interior que me alentaba a buscar aventuras o a unirme con la naturaleza se fue apagando con el pasar de los años; y mi actitud alegre y risueña fue sustituida por una más sensata, responsable y obediente; dejando los juegos de lado para madurar y convertirme en alguien digna de estar a la cabeza del clan.

     Aún no sé si mi nacimiento es un verdadero milagro, si tengo alguna especie de propósito, o si estoy aquí por una razón. Aún no sé si Eywa tenga que ver en esto. Pero si de verdad tengo un motivo, entonces ese será proteger a los míos, a mi familia y a mi pueblo, al igual que a las criaturas y las plantas que viven en el océano.

     Soy Sednatenea: Hija del mar y de Eywa. Futura Tsahìk del clan Metkayina. Mi pueblo no solo es parte de mí, sino también él mar porque de él nací y en él moriré. Es mi hogar antes de mi nacimiento y después de mi muerte. Guiaré a mi gente por la voluntad de Eywa y haré mi mejor esfuerzo para darle orgullo a mi clan. Protegeré a los míos a como de lugar. Ese es mi deber y nada más.

     No hay nada más...

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𝗪𝗔𝗧𝗘𝗥𝗦𝗣𝗢𝗨𝗧  ══  ɴᴇᴛᴇʏᴀᴍ sᴜʟʟʏ  ᵃᵛᵃᵗᵃʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora