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—¿Se puede saber dónde estabas?.
—Solo fui a nadar...
—¿A nadar? Ma sempu nos ordenó explícitamente a los tres que les enseñemos a los Sully a ser Metkayinas, ¿Y en el primer día te desapareces como si nada? Mejor Rotxo que tú prefirió quedarse a ayudar, ¿Cómo puede ser eso posible, Ao'nung? Contesta.
Después de acabar con las clases de respiración, y luego de que todos volvieron a sus Marui, Sedna se quedó en la playa a esperar a su hermano menor para conversar sobre su ausencia en el entrenamiento.
Aunque más que una conversación, parecía ser una reprimenda como las que no tenían desde hace tiempo...
—Hoy te lo dejé pasar. Pero más te vale que mañana estés con nosotros todo el día.
—Pero, ¿Por qué yo? Si estoy o no, no hace ningún cambio. No me necesitan. De hecho, no necesitas a nadie. Tú sola puedes hacer este trabajo a la perfección. Después de todo, eres la hija perfecta, ¿No?.
—Ay, por favor. Eso no tiene nada que ver aquí. Si te han dado una orden, debes cumplirla. Esas son las reglas.
—Pues ya estoy harto de que lo único que haces es decirme qué hacer y qué no hacer. Ya no soy un niño. No soporto que me sermonees.
—Pues si no quieres que lo haga, comportate y has lo que se te pide. ¿Acaso no puedes ejecutar una simple orden? ¿Es tan difícil para ti?.
—¡Si a ti te privaron de tu libertad, no es mi problema! ¡Yo no soy ni pienso ser igual que tú, Sednatenea!.
La joven aparta la mirada con decepción, frunciendo el entrecejo.
Ese había sido un golpe demasiado bajo. Y mentiría si dijese que esas palabras no le dolieron. Podía sentir su odio. Jamás había peleado con su hermano a tal grado. No obstante, su orgullo no le permitiría lanzarse a llorar frente a él ni pedir perdón. No. Debía permanecer con la frente en alto, demostrando la fuerza mental que solo una líder puede tener dentro.
—Bien. Haz lo que quieras —Sisea al hablar, pues aprieta la mandíbula con fuerza—. Pero si padre descubre que has estado evadiendo tu responsabilidad, entonces no esperes que te cubra la espalda. Vas a tener que responder por ti; así que, más te vale tener mucho cuidado para que eso no pase. ¿Entendiste?.
Ambos permanecen quietos, viendo la ira y el resentimiento crecer en sus ojos. El océano que tenían por iris era violento, como una tormenta que arrasaba todo a su paso. Era una batalla en la cual se vería quién tiene el control...
