xv. leo and his intrusive thoughts

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LEO.

Después de hacer una incursión en un museo lleno de fantasmas confederados, Leo no pensaba que el día pudiera ir peor. Estaba equivocado.

No habían encontrado nada en el submarino de la guerra de Secesión ni en ninguna otra parte del museo; solo unos cuantos turistas viejos, un guarda de seguridad dormitando y —al intentar inspeccionar los artefactos— un batallón entero de zombis relucientes con uniformes grises.

¿Y la idea de que Frank controlara a los espíritus? Sí…, no había dado resultado. Cuando Piper envió un mensaje de Iris avisándoles del ataque de los romanos, ya estaban a mitad de camino del barco, después de haber sido perseguidos por el centro de Charleston por una panda de muertos furiosos de la Confederación.

Entonces —¡vaya!— Leo tuvo ocasión de volar con Frank el Águila Amistosa para que pudieran luchar contra un grupo de romanos. Debía de haber corrido el rumor de que Leo era el que había disparado sobre su pequeña ciudad, porque los romanos parecían especialmente deseosos de matarlo.

¡Pero la cosa no acababa ahí! El entrenador Hedge los abatió a tiros; Frank lo soltó (no fue un accidente); y aterrizaron forzosamente en el fuerte Sumter.

En ese momento, mientras el Argo II surcaba a toda velocidad las olas, Leo tuvo que echar mano de toda su pericia para mantener el barco intacto. A Percy y a Jason se les daba demasiado bien provocar enormes tormentas.

En un momento dado, Annabeth se acercó a él y gritó contra el rugido del viento:

—¡Percy dice que ha hablado con una nereida en el puerto de Charleston!

—¡Bien hecho! —contestó Leo.

—La nereida le dijo que debíamos buscar la ayuda de los hermanos de Quirón.

—¿Qué quiere decir eso? ¿Los Ponis Juerguistas?

Leo no conocía a los parientes del chiflado centauro Quirón, pero había oído rumores acerca de duelos con pistolas de agua, concursos de bebida de cerveza de raíz y escopetas de agua llenas de nata montada a presión.

—No estoy segura —dijo Annabeth—. Pero tengo unas coordenadas. ¿Puedes introducir latitudes y longitudes en este trasto?

—Puedo introducir mapas astrales y pedirte un batido, si quieres. ¡Pues claro que puedo introducir latitudes y longitudes!

Annabeth recitó de un tirón los números. Leo consiguió teclearlos mientras sujetaba el timón con una mano. Un punto rojo apareció en el monitor de bronce.

—Ese sitio está en medio del Atlántico —dijo—. ¿Tienen un yate los Ponis Juerguistas?

Annabeth se encogió de hombros con gesto de impotencia.

—¡Tú conserva el barco entero hasta que nos alejemos de Charleston! ¡Jason y Percy mantendrán los vientos!

—¡Qué divertido!

A Leo le pareció una eternidad, pero por fin el mar se calmó y los vientos remitieron.

—Valdez —dijo el entrenador Hedge con sorprendente delicadeza—. Déjame ponerme al timón. Has estado dos horas pilotando.

—¿Dos horas?

—Sí. Dame el timón.

—¿Entrenador?

—¿Sí, muchacho?

—No puedo aflojar las manos.

Era cierto. Leo tenía los dedos como si fueran de piedra. Le picaban los ojos de mirar fijamente al horizonte. Sus rodillas parecían de goma. El entrenador Hedge consiguió separarlo del timón.

² 𝐹𝑂𝑅𝐸𝑉𝐸𝑅 𝐴𝑁𝐷 𝐴𝐿𝑊𝐴𝑌𝑆 ❪ heroes of olympus ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora