xxi. "you are insufferable!" "i love you too!"

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VENUS.

Morir a manos de Tártaro no le parecía un gran honor.

Al contemplar el remolino oscuro de su rostro, Venus decidió que prefería morir de una forma menos memorable: por ejemplo, cayendo por una escalera o falleciendo plácidamente mientras dormía a los ochenta años después de una vida agradable y tranquila con Percy. Sí, eso pintaba bien.

No era la primera vez que Venus se enfrentaba a un enemigo al que no podía vencer con la fuerza. Normalmente, eso la habría impulsado a ganar tiempo con una ingeniosa cháchara.

Sin embargo, la voz no le respondía. Ni siquiera podía cerrar la boca. Debía de estar babeando como Percy cuando dormía.

Era vagamente consciente del ejército de monstruos que se arremolinaban a su alrededor, pero después de su rugido inicial de triunfo, la horda se había quedado callada. Venus y Percy deberían estar hechos pedazos a esas alturas. En cambio, los monstruos guardaban las distancias, esperando a que Tártaro actuara.

El dios del foso flexionó los dedos y se examinó sus pulidas garras negras. No tenía expresión, pero irguió los hombros como si estuviera satisfecho.

Es agradable tener forma, entonó. Con estas manos, podré destriparos.

Su voz sonaba como una grabación hacia atrás, como si las palabras estuvieran siendo absorbidas por el vórtice de su cara en lugar de ser expulsadas. De hecho, parecía que la cara del dios lo atrajera todo: la luz tenue, las nubes venenosas, la esencia de los monstruos, hasta la frágil fuerza vital de Venus. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que a todos los objetos de la vasta llanura en la que se encontraba les había salido una vaporosa cola de cometa y de que todos apuntaban a Tártaro.

Venus sabía que debía decir algo, pero su instinto le aconsejaba esconderse y evitar hacer cualquier cosa que llamara la atención del dios.

Además, ¿qué podía decir? «¡No te saldrás con la tuya!».

Eso no era cierto. Si ella y Percy habían sobrevivido tanto tiempo era porque Tártaro estaba disfrutando de su nueva forma. Quería gozar del placer de hacerlos trizas físicamente. A Venus no le cabía duda de que, si Tártaro lo deseaba, podría poner fin a su existencia con solo pensarlo, tan fácilmente como había volatilizado a Hiperión y Crío. ¿Sería posible renacer después? Venus no quería averiguarlo.

A su lado, Percy hizo algo que ella no le había visto hacer nunca. Soltó su espada. El arma cayó de su mano y chocó contra el suelo emitiendo un golpe sordo. La Niebla de la Muerte ya no le envolvía la cara, pero todavía tenía la tez de un cadáver.

Tártaro volvió a susurrar… posiblemente riéndose.

Vuestro miedo huele estupendamente, dijo el dios. Ahora entiendo el atractivo de tener un cuerpo físico con tantos sentidos. Tal vez mi querida Gaia tenga razón al querer despertar de su sueño.

Alargó su enorme mano morada. Podría haber arrancado a Percy como una mala hierba, pero Bob le interrumpió.

—¡Fuera de aquí! —el titán apuntó al dios con su lanza—. ¡No tienes ningún derecho a entrometerte!
¿Entrometerme? Tártaro se volvió. Soy el señor de todas las criaturas de la oscuridad, insignificante Jápeto. Puedo hacer lo que me venga en gana.

El ciclón negro de su rostro empezó a girar más rápido. El aullido que emitía era tan horrible que Venus cayó de rodillas y se tapó los oídos. Bob tropezó, y su fuerza vital, etérea como la cola de un cometa, se alargó al ser absorbida por la cara del dios.

Bob rugió desafiante. Atacó y arremetió con su lanza contra el pecho de Tártaro. Antes de que pudiera alcanzarlo, Tártaro lo apartó de un manotazo, como si fuera un molesto insecto. El titán cayó rodando por el suelo.

² 𝐹𝑂𝑅𝐸𝑉𝐸𝑅 𝐴𝑁𝐷 𝐴𝐿𝑊𝐴𝑌𝑆 ❪ heroes of olympus ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora