xxvi. ephialtes and oto

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PERCY.

Las cosas se torcieron enseguida. Los gigantes desaparecieron en dos nubes de humo idénticas. Volvieron a aparecer en mitad de la sala, cada uno en un lugar distinto. Percy echó a correr hacia Efialtes, pero se abrieron unas ranuras bajo sus pies, y unas paredes metálicas subieron disparadas a cada lado y lo separaron de sus amigos.

Las paredes empezaron a acercarse a él como los lados de unos alicates. Percy saltó y se cogió a la parte inferior de la jaula de la hidra. Atisbó fugazmente a Piper saltando a través de una rayuela de fosos en llamas en dirección a Nico, que seguía aturdido e indefenso y estaba siendo acechado por un par de leopardos.

Mientras tanto, Jason y Venus embistieron contra Oto, quien cogió su lanza y lanzó un gran suspiro, como si prefiriera bailar El baile de los cisnes a matar a otro semidiós.

Percy captó todo eso en una fracción de segundo, pero no podía hacer gran cosa. La hidra de la jaula intentó morderle las manos. Él se balanceó y se dejó caer en un bosquecillo de árboles de madera contrachapada pintados que salieron de la nada. Los árboles cambiaban de posición cuando él intentaba correr entre ellos, de modo que taló todo el bosque con Contracorriente.

—¡Maravilloso! —gritó Efialtes, exultante. Estaba ante su tablero de control a unos veinte metros a la izquierda de Percy—. Lo consideraremos un ensayo de vestuario. ¿Suelto a la hidra en la plaza de España?

Movió una palanca, y Percy miró detrás de él. La jaula de la que había estado colgado se elevó hacia una compuerta en el techo. En tres segundos desaparecería. Si Percy atacaba al gigante, la hidra asolaría la ciudad.

Soltando un juramento, lanzó a Contracorriente como si fuera un bumerán. La espada no estaba diseñada para ese uso, pero el bronce celestial cortó las cadenas que suspendían a la hidra. La jaula se cayó de lado. La puerta se abrió rompiéndose, y el monstruo salió justo delante de Percy.

—¡Eres un aguafiestas, Jackson! —gritó Efialtes—. Muy bien. Lucha aquí, si quieres, pero tu muerte no será ni de lejos tan espectacular sin las masas aclamando.
Percy avanzó para enfrentarse al monstruo… y entonces se dio cuenta de que había tirado su arma. No había planificado muy bien las cosas.

Rodó a un lado mientras las ocho cabezas de la hidra escupían ácido y convertían el suelo que él había pisado en un cráter humeante de piedra derretida. Percy odiaba con toda su alma a las hidras. Casi era preferible haber perdido la espada, porque su instinto le habría empujado a cortar las cabezas de la criatura, y a una hidra le salían dos cabezas nuevas por cada una de las que perdía.

La última vez que se había enfrentado a una hidra se había salvado gracias a una batalla naval con cañones de bronce que habían volado en pedazos al monstruo. Esa estrategia no podía servirle de nuevo… ¿o sí?

La hidra empezó a repartir golpes a diestro y siniestro. Percy se escondió detrás de una gigantesca rueda de hámster y escudriñó la sala, buscando las cajas que había visto en su sueño. Se acordaba de algo relacionado con unos lanzacohetes.

En el estrado, Piper montaba guardia al lado de Nico mientras los leopardos avanzaban. Apuntó con la cornucopia y disparó una carne asada a la cazuela por encima de las cabezas de los felinos. Debía de oler muy bien, porque los leopardos echaron a correr tras ella.

A unos cinco metros a la derecha de Piper, Jason y Venus luchaban contra Oto espada y daga contra lanza. Oto había perdido la diadema de diamantes y parecía enfadado. Seguramente podría haber empalado a Jason varias veces, pero el gigante insistía en hacer una pirueta en cada ataque, lo que reducía su velocidad.

Mientras tanto, Efialtes se reía pulsando botones en su tablero de control, acelerando las cintas transportadoras y abriendo al azar jaulas de animales.

² 𝐹𝑂𝑅𝐸𝑉𝐸𝑅 𝐴𝑁𝐷 𝐴𝐿𝑊𝐴𝑌𝑆 ❪ heroes of olympus ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora