Capitulo 7

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Un par de ruidos extraños llamaron la atención de Alessia que yacía en la cama leyendo mientras Vincenzo terminaba de ducharse, cerro el libro levantándose

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Un par de ruidos extraños llamaron la atención de Alessia que yacía en la cama leyendo mientras Vincenzo terminaba de ducharse, cerro el libro levantándose. El alboroto aumento logrando que ella salga.

Se puso una túnica de seda roja igual que su pijama,  los mechones oscuros de su cabello estaban sueltos sobre los hombros. Ato los listones marcando su silueta.

—¿A dónde vas?— pregunta Vincenzo secando su cabello con una toalla

—Ire a revisar— comento vagamente.

El hecho de que Alessia ocultará información para a su esposo sobre la llamada de Franco D'Antonio había causado una disputa silenciosa entre ellos dos.

Abrió la puerta encontrándose con los inquilinos justo al frente de la puerta de Camilo. Quien tenía los brazos cruzados escuchando atentamente a los inquilinos. La pareja tenía los ojos rojos e irritados y se disculpaban como podían. 

Saludo en silencio a los del restaurante italiano y al hombre de la tintorería mientras se acercaba.

—Entramos a su casa sin permiso— apretó los ojos con fuerza.

—No se disculpen, debería agradecerles— dijo Camilo cuidadoso, seguramente se habían equivocado de apartamento.

—No eran ladrones comunes, creo que lo estaban esperando— explico la mujer.

Sia entendió un poco de lo que había pasado, lo más probable es que los ladrones se equivocaran de apartamento y el objetivo eran ella y su esposo. Vincenzo salió detrás de ella.

—No sabía que tenían una pistola de gas lacrimógeno— se quejo el inquilino—. Eran muy fuertes.

—¿Te encuentras bien?— pregunta Vincenzo a Camilo mientras se acercaba.

—Yo si, ellos no— señalo a la pareja con los ojos irritados.

—¿Quien cree que los envío? ¿Babel o Park SeokDo?— quiere saber el seño Tak.

—No. Habrían enviado profesionales— se apresuró a desmentir el dueño del restaurante italiano—. Si CheolUk los ahuyentó, eran patéticos.

—Eran profesionales— afirmó el nombrado—. Me di cuenta cuando los agarre, eran profesionales.

—Como sea, gracias— corto Camilo—. No creo que regresen, Vayan a descansar— indico.

—Espere— la mujer lo detuvo sosteniendo una bolsa negra sacando unas bolsas—. Tome, son muy ricos.

Los objetos se estamparon ruidosamente contra el rostro de Camilo haciéndolo retroceder, Vincenzo se rió de el.

—No, gracias— luego de lanzarle una mirada fulminante a su esposo alejo las cosas.

—¡Por favor acepte esto! ¡Son deliciosos!— insistió golpeando nuevamente a Camilo sin darse cuenta por ser rociada con gas lacrimógeno.

—Está bien...— los quito de su rostro tratando de sonar amable—. Gracias...

𝑺𝒕𝒊𝒍𝒍 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝒚𝒐𝒖 -ⱽⁱⁿᶜᵉⁿᶻᵒ ᶜᵃˢˢᵃⁿᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora