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Alessia hecho la cabeza hacia atrás. Los problemas en Italia parecían ser interminables, sobre todos los conflictos internos de personas que claramente no la querían como la siguiente cabeza de la familia D'Antonio.
—¿Y como estás, cariño?— pregunta su padre meciendo a Stella en sus brazos con dulzura—. ¿Dónde está el bastardo?
Su tono de voz era rudo, pero sin duda alguna sus palabras eran calidad hacia su nieta. La azabache ríe.
—No hables así cuando Stella este contigo— Alessia lo reprende.
—Lo siento— se disculpa con sinceridad.
—¿Eso es sangre?— levanta una ceja señalando su manga.
Debido a que era una videollamada, no distinguía correctamente si era sangre. La postura de su padre se tenso en su totalidad. Pero Alessia no dijo nada más.
Al menos había tratado de mostrarse presentable antes de cargar a su nieta. El Lorenzo D'Antonio que conoció cuando niña no le hubiera importado usar un traje empapado de sangre frente a ella.
Tal vez era verdad que los abuelos cambiaban de alguna manera con sus nietos.
Sia había crecido en el mundo criminal, escuchando y vendo cosas que incluso para un adulto serían inconcebibles. Y aunque hubo una mala relación padre e hija por muchos años, luego de una discusión.
Que incluyo muebles, vasos y pinturas caras rotas, se entendieron mucho mejor. Tal vez debieron hacerlo mucho antes.
—Stella tiene hambre...— dijo nervioso mientras le daba a su nieta a la niñera.
—Papá— llama Alessia—. Creo que me estoy reconciliando con Vincenzo— hace una mueca—. Y para conseguir el oro tendremos que aplazar mi nombramiento como cabeza de la familia.
—¿Has vuelto con el?
—No como tal, pero... Estamos tratando, por Stella— se excusó con nerviosismo.
Lorenzo al darse cuenta de que su hija estaba titubeando con el asunto de Vincenzo. El quien le había convencido del divorcio para evitar que sufriera más.
—Tu puedes hacer lo que quieras, hija mía, no soy quien para juzgarte— sonrió ligeramente el hombre, lo cual en vez de hacerla sentir mejor, le dió escalofríos—. Aunque, si llegara a fallar como esposo... Me encargaré, soy bueno desapareciendo personas.
—Si, creo que yo me encargaré si eso pasa—suspiro, la violencia era la respuesta a todo de su padre.
—Tambien se me da bien manipular escenas del crimen.
—Todo lo relacionado al crimen es tu área de especialidad, padre.
—Me conoces. Pequeña, debo irme a una reunión con unos funcionarios importantes.