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Alessia suspiró cuando su teléfono vibró por octava vez. La camarera dejo su pedido frente a ella, agradeció en voz baja.
—¿Che ne pensi, Camilo?— lleva la taza a sus labios con delicadeza, el guardaespaldas miro a la azabache—. Vieni a sederti con me.
El obedece sin más, sentandose frente a Alessia.
—Non credo che firmerà il divorzio.
—No, no lo hará— sonríe amargamente—. Al menos no por su cuenta— miro su teléfono un poco harta, pero después sonrió ligeramente —. Es mi padre... Está enviándome fotos de Stella.
Camilo sonrió, el rostro de la mujer se iluminó de una forma que había dejado de ver tras el abandono de Vincenzo.
Quería a Alessia como su hermana menor, y claramente Stella sería su sobrina más preciada. De ser por el, hubiera buscado a Vincenzo para golpearlo la primera vez que vio los ojos de Alessia apagado.
—¡Alessia! ¡Que gusto verte aquí!
Los dos captaron la presencia del abogado que se habían encontrado el día del juicio de la compañera de su esposo. Sonreía inocente agitando su mano mientras se acercaba con prisa a su mesa.
Camilo alertado se levantó para detenerlo en seco. Alessia extiende en lo alto su palma para detenerlo.
—È un amico—asegura correspondiendo la sonrisa del muchacho—. ¿Jin Woo?
—JoonWoo— corrige sosteniendo las cintas de su mochila.
—Sientate— ofrece—. Pide lo que quieras, JoonWoo.
—Eres muy amable, pero— golpea las palmas de sus manos contra la mesa—. Hoy tengo un asunto importante y no puedo faltar.
—No debes preocuparte— le resta importancia.
—Otro día, yo puedo invitarte— asegura sonriendo—. ¿Me das tu número?
Lo duda, pero al final toma el teléfono de JoonWoo. Agendo su teléfono únicamente con su nombre antes de regresarlo.
—No me llames en las noches, detesto interrumpir mi rutina nocturna— pide firmemente.
JoonWoo se para como resorte. Sonriendo ampliamente.
—Bien, lo prometo—se despide—. Nos veremos pronto, Alessia.
—Arrivedeci, Joon Woo.
El se me emociono por las palabras de Alessia, aunque sin saber exactamente qué significaban, debería buscarlas en Google.
—¿Debo ir a pagar?
—Dejame disfrutar mi té, luego y iremos a la plaza.
Camilo asintió, quedándose a su lado en una silla cercana. Alessia presumió la belleza de su adorable hija de unos meses. Estaba en los brazos de uno de los mafiosos más peligrosos de Italia.