Capítulo 4

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Capítulo 4

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Las quince primaveras de Akali fueron un regalo bienvenido para sí misma.

Significaron menos horas de entrenamiento asiduo con su padre, el ir poniéndose a su altura con todo el peso que eso acarreaba y la decisión de que ella no tocaría la orden Kinkou, por no interesarle llegar al tope del equilibrio que su padre alcanzó —porque le resultó soberanamente estúpido en algún momento previo, cuando puso a prueba su punto de vista—.

No es que oír a su hija de catorce años diciéndole que era un blando sin iniciativa y que sus entrenamientos meditativos y de aprenderse normas no servían para nada real, no le hubiese afectado.

Akali ese mismo día acabó hasta la madrugada bajo el peso de cuatro veces el de su padre por treinta minutos, sólo porque Shen decidió que si quería más escarmiento, se lo daría.

Mantener la concentración para que el peso no se sienta y la frustración de tener que volver a empezar cada vez que no podía aguantar el conjuro y éste se rompía para liberarla, cual si dejara caer una enorme roca que ya no podía sostener, fue tan difícil para ella que definitivamente no volvió a hablarle a Shen hasta pasado un tiempo.

Más determinado por la aparición de Irelia, que los obligó a confrontarse —como cada vez que antes hubo un encontronazo entre los dos—. La conversación fue el desenlace de sus decisiones y ninguno de los dos objetó.

—Quiero que continúes entrenando al menos por dos años más.

Akali iba a refutar, pero su madre le alzó la mano para que calle.

—Un entrenamiento espiritual a medias, cuando no tienes la intención de completarlo, puede desintegrarse y volverse sólo aprendizaje... pero no quiero que tus aspectos físicos queden a medio camino. ¿No quieres mi enseñanza moral? De acuerdo. Hazla por tu cuenta. Pero tendrás las realizaciones como ninja hasta que diga que estás lista.

Muchas veces la templanza de Shen había hecho irritar a su hija, de un millón de formas.

Era difícil comprender, para ella, cómo alguien podía mantenerse tan tranquilo y centrado, mientras estaba siendo tan dictatorial o severo, o divertido, o se encontraba sencillamente sufriendo. Él canalizaba todo como parte de la vida y causa del destino, sus expresiones le habían resultado muy difíciles de comprender para quien no conocía más adentro.

En especial para quien no sólo era su hija, sino su alumna.

Era muy sabio, tenía conocimientos inmensos. Era muy fuerte, podría derrotar a quién sabe cuántos él solo por su resistencia. Pero aprender a detectar sus sentimientos reales era demasiado difícil para quienes no lo trataban de forma diaria. Demasiado cuando parecía que le destrozaban el mundo a su alrededor y todavía se mantenía en posición de loto, meditando sin notables pesares.

—Estoy de acuerdo con él —Irelia, irónica y contradictoriamente, tenía una magia especial para que esa parte de Shen fuera la que más le gustara.

O era que conocía ese adentro, por ser su compañera.

Quizá era porque su madre no necesitaba sentimentalismos, sólo realismos. Y unos brazos fuertes para que le den contención y confianza en al menos una persona en el mundo, cuando sintió que había perdido todo. Akali había sido un premio intermedio e inesperado que le trajo aún más sabor al hogar perdido, incluso sin que fuera de una manera muy tradicional.

Ni con un hombre tan tradicional.

Pero cuando ellos se ponían de acuerdo —por ende la mayoría de las veces—, últimamente significaba más estrés para la Akali que se volvía independiente.

Sombras crepúsculares [Kayn x Akali - Shen x Zed]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora