Capítulo 2

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Capítulo 2

La historia de Irelia y Shen fue todo lo contrario a un cuento de hadas. Un proceso demasiado espiritual que a ambos les costaba terminar de comprender, pero que les había regresado el sentido que le perdieron a la vida, cuando se miraron a los ojos luego del colapso. Ambos tenían la directiva de creer que sus tierras eran un complemento con cada persona que nacía o crecía ahí, incluso en quienes adoptaban tal lugar.

Porque por algo Jonia lo traía pacíficamente a sus tierras, por algo lo dejaba quedarse en ellas, por algo crecía en ellas.

Y por algo las cosas ocurrían.

La naturaleza guiaba a las personas que se dejaban influenciar por ella, a las que eran fáciles de atrapar y con quienes se hacía entender. Ellos dos tenían la facilidad de comprenderla, de dejar fluir esa magia por su sangre y permitirle actuar, para que los lleve a un destino probablemente mejor.

«Si todas las personas siguieran el instinto o los consejos de Jonia...»

«No habría un equilibrio que comprender».

Shen tenía razón, Irelia lo aceptaba.

La compañía de ese hombre le fue puesta en frente por su tierra mágica, así como ella llegó a él por el mismo medio. Lejos de la inconsciencia fue que la aceptaron, ¿qué más daba? Ya lo habían perdido todo. Y era en los momentos donde uno creía perderse a sí mismo, cuando Jonia actuaba sobre cada uno de sus habitantes. 

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Akali nació sin complicaciones, con rapidez para suerte de su madre y por beneficio de lo aguerrida de ésta.

Morenita, pequeñita y llorona.

Shen mencionó durante los siguientes dos años, cada mañana en donde no podía dormir mientras la niña crecía, que esa forma de gritar en definitiva venía de parte de Irelia. La de hacerse ver, la de que la noten y se fijen que ahí estaba pidiendo cosas, necesitando ayuda, asistencia.

—Mírala —Le señalaba a la mujer, cargando a la niña de su corral mientras lloraba y se quejaba por querer algo en específico. Había estado sujeta a los barrotes como cada vez que la ponían allí, claramente disgustada de su encierro—: está gritando como tú, pero no dice «Jonia sigue en pie», ella opta más por «Aquí estoy, sáquenme de aquí, quiero correr».

Su rebeldía no tenía límites, y ambos lo notaron desde la primera vez.

Rebeldía o postura independiente, porque desde que empezara a andar y tomar sus propias primeras decisiones se notó el temple firme, concentración e ingenios muy buenos.

Y problemáticos.

Había acabado con barro hasta el cuello, enterrada. Se les perdió en el bosque y en las cercanías del río más de cuatro veces. Hubo ocasiones donde estuvo a punto de cortarse y cortar con las armas de sus padres cualquier cosa que estuvo en frente. Desde entonces todo se reservaba en las alturas y procedían a darle armas... de madera.

Dolían y las rompía muy fáciles. Su vitalidad iba creciendo de la mano de Jonia como producto mismo de la tierra: libre, pensante e independiente. Con su propia directriz mientras cumpliera con sus objetivos y formas de ver las cosas. Ellos siempre la llevaron por un lugar de respeto a la magia y lo espiritual.

Ella portaba magia, pero sabía aplicarla para la fuerza física que más le gustaba.

Su madre era elegante y Shen tenía firmeza, pero ella quería cuchillos y hacerlos volar por los aires hasta clavarlos en algunas superficies. Irelia tenía esa agresividad, la armonía y el equilibrio de Shen no iban a tener lugar en esa niña.

Sombras crepúsculares [Kayn x Akali - Shen x Zed]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora