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Cuando Jeno cerró la puerta metálica de su casillero, no espero a encontrarse con Lee Donghyuck a un lado, esperándolo con notoria impaciencia. Sus ojos marrones se enfocaron en él, imperturbables y, a su vez, tan molestos como le fue posible expresar.

El pelinegro lo sabía, después de todo, era prácticamente imposible no darse por enterado con respecto a la declaración que el chico pelirrojo le había hecho a Na Jaemin hacía unos días atrás. Todos habían permanecido atentos a ellos y no paraba de inventar cualquier cosa que les mantuviera entretenidos a la hora del receso. Ejemplo, que ambos estaban saliendo y que habían decidido no ser tan obvios frente al alumnado.

Jeno podía sentir su sangre hervir al recordar la mentira que Donghyuck había dicho. Sus cartas, sus notas, eran suyas, no de quien lo observaba con cierto disgusto en esos momentos.

—Sé que eres tú. — fue lo primero que el chico farfulló en su dirección, y él, con el enojo florando, optó por hacerse el desentendido.

—¿Disculpa?

—Tú eres quien le enviaba esas notas a Jaemin. — cuadró los hombros, apretando la mandíbula. Jeno supuso que la diferencia de altura le favorecía en la situación. No es como si fuese gigante, pero le sacaba unos centímetros a Lee y deseó reír ante eso.

—Qué extraño, por un momento creí que eras tú quien las escribió. — apoyó todo su peso en el pie derecho — ¿No fue eso lo que dijiste a él?

El pelirrojo emitió una profunda exhalación.

—Mira, Lee. Lo que sea que le haya dicho, no le importó porque no volvió a dirigirme la palabra. Quizás mentí en eso, pero no cuando dije que él me gustaba. Eso es verdad y ya no voy a ocultarlo, sólo jugué a mi favor.

—Seguro, y puedo suponer que tampoco le mentiste a Mark, ¿no? — decidió tocar el tema. Podía sentir su pulso en la yugular al recordar el enfado oculto tras la expresión aparentemente desinteresada de su primo pelinegro cuando le contó sobre el fin de ese noviazgo.

Si alguien además de él, sabía sobre su enamoramiento secreto por el bonito peli rosa, era Mark Lee. Siendo sus madres hermanas, ambos se habían criado prácticamente juntos y la confianza era bastante elevada entre ellos. ¿Por qué Donghyuck sabía que él era el admirador secreto de Na Jaemin? No tenía ni idea, pero podía apostar que su primo no había dicho nada en lo absoluto.

—Yo no le mentía a Mark, él si me gustaba. — se defendió.

—Escúchame, Santa Dorotea. — vociferó, acercándose hacia el chico. Podía sentir las miradas que los escasos alumnos les dedicaban — No me importa lo que sientas por Mark o Jaemin, ¿Entiendes? Intentabas jugar a dos puntas y no te salió como esperabas, quizás, creíste que Jaemin iría corriendo hacia ti porque te amaba en secreto, ¡Pero, oh!, ¿Qué pasó? Eso no resultó ser así. Mejor piérdete, los dos sabemos quién le enviaba las notas y tarde o temprano lo va a descubrir.

Y finalizo la discusión, dándose la media vuelta para tomar su andar hacia su primera clase. El buen humor comenzado a hacer acto de presencia, sin embargo, debía esperar para poder estar en paz. El agarre de Donghyuck en su brazo lo detuvo, y Jeno apretó la dentadura.

—No vas a salir con Jaemin. — demandó, y el pelinegro reprimió una carcajada.

—¿Estás diciéndome que hacer? Te recuerdo que mi paciencia es limitada y aún no te hice pagar por haber usado a Mark, no me hagas enojar.

Una resplandeciente sonrisa en el rostro limpio de Haechan. Incluso era atractivo, y él se encontró chocando los dientes con cólera.

—Sólo te lo advierto. Jaemin puede no estar enamorado de mí, pero soy su mejor amigo y no va a poner en primer lugar a alguien anónimo que se ocultada tras un par de notitas de amor.



Ummmm hay pelea, bueno en fin ¿Quién tiene hambre? 

¡BONITO! | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora