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Jaemin era consciente de que, cuando cometía errores, debía pagar por ellos de cierta manera. Su madre le había inculcado aquella enseñanza con esmero.

Por aquel motivo, cada vez que sentía haber cometido cualquier error, procuraba agachar la cabeza y simplemente asentir a los regaños. Todo eso, hasta que comenzó a creces y su mentalidad se desarrolló aún más. Para entonces, el peli rosa creía que a su madre no era quien para marcarle los puntos cuando ella misma parecía reacia a hacerse responsable de él, apareciendo únicamente cuando debía imponer su autoridad por sobre su hijo.

Aunque claro, si él dijera todo eso en voz alta, ella llamaría a su padre, quien viajaría exclusivamente desde el otro lado de Seúl para imponerle un castigo. Porque Jaemin no tenía voz, ni voto, ni siquiera opinión. Jaemin sólo era el chiquillo gay demasiado afeminado para su propio bien, una cualidad que le fue remarcada con ímpetu en aquel último tiempo.

La copa de vino que su madre tenía en la mano estalló de pronto, derramando todo el líquido oscuro sobre el mantel que cubría la mesa. Él la miró con preocupación; los cristales parecían clavarse en su palma, pero ella sólo enfocaba su mirada enfurecida en él, haciéndole temblar inconscientemente.

—Dime que no eres un marica.

Apretó los puños sobre su regazo, desenado hundirse en su silla. Su tonot había sonado tan amenazante que le quitó la poca valentía que logro acumular.

—Y-yo... No... —

—¿No qué? — casi le gritó, y Jaemin sólo tragó saliva — ¡Contéstame!

—¡Te dije que...! — levantó la voz, deteniendo sus palabras cuando ella se incorporó de forma abrupta de la silla, levantando la mano lastimada hacia él

—No me levantes la voz maldito mocoso, soy tu madre. — masculló entre dientes, como un perro rabioso. Respiraba con agitación — Te gustan los hombres, ¿verdad? Ese chico... Al que estabas besando, ¿Es tú novio? Dime la verdad o te golpearé.

—Jeno no es mi novio. — susurró; sus ojos llenándose de lágrimas.

—¿Eres gay?

—No... N-no lo sé...—

—¿No lo sabes? ¿Cómo puedes no saberlo? — su madre lo tomó bruscamente por los hombros, levantándolo de su asiento. Lo sacudió con fiereza mientras continúa exclamando en su cara: —¡Es tan sencillo! ¡Te estabas besando con él, por supuesto que eres un estúpido homosexual! — lo empujó, haciendo que chocara contra el borde de la mesa, llevando la palma sana hacia su frente. Jaemin se percató de que la sangre había quedado en su frente. — Tú padre me dijo que lo eras, pero yo no lo creía.

—Mamá...—

—¡No te me acerques! — espetó, dándose la media vuelta para dirigirse a la cocina y lavar su palma ensangrentada.

Jaemin sorbió por la nariz, llorando en silencio. Estaba claro, la mujer llamaría a su padre, quien muy seguramente, le daría la paliza de su vida. Pero era su culpa. No debió haber besado a Jeno frente a su casa, corriendo el riesgo de ser vistos, para que todo aquel espectáculo ocurriera después. Fue impulsivo, y estaba sufriendo las consecuencias.

Su madre volteó hacia él minutos después de permanecer en silencio, observándolo colérica. Se acercó lo suficiente, levantando ligeramente su cabeza hacia Jaemin al ser más alto que ella.

—Escúchame bien. Antes de que finalice la siguiente semana, quiero que consigas una novia para que me la presentes a mí y a tu padre. — su corazón se detuvo, mientras que ella apuntó su dedo índice en su pecho — Jamás aceptaré que mi hijo sea gay, ¿entiendes? Suficiente tuve durante todos años en que soporté que actuaras como uno, para que ahora vengas a confirmármelo. Haz lo que te digo, y tu padre jamás se enterará de esto.



Pobre Jaemin:(

¡BONITO! | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora