Capítulo 8

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"Hasta la lluvia que viene del cielo, acaba en mis pies."

Había mucha luz en la habitación, demasiada. Iluminaba cada rincón de esta. Que molesto, Dios mío.

Intenté levantarme pero mi cuerpo me lo impidió, el dolor era infernal, pero ni hablar de mi cabeza. La sentía pesada, y palpitaba del dolor. Maldita resaca. No me dejaba abrir bien los ojos de la claridad que hacia en ese instante. 

¿Qué carajos pasó anoche?— Pregunté por lo bajo. Intentaba recordar pero solo tenia leves recuerdos de estar aquí, tragos, risas, música a tope de la fiesta que había abajo, y... Alex. 

Escasos recuerdos me invadieron la mente, con cierta dificultad de recordar todo, pero lo poco que venía, era claro. 

Pedid lo que queráis.— Dijo con su voz baja y ronca— A tus pies estoy, desde el primer día que me fijé en ti, y estabas distraída. Te he deseado tanto, que finalmente, aquí estas y no te dejaré ir tan fácil.— Dijo con su tono seductor y dominante.

No te librarás de mi tan simple.— Me dijo mientras nos besábamos con cierto deseo y pasión, como si el mundo se fuese a acabar mañana y estuviéramos aprovechando hasta lo último. 

Podré estar en lo muy alto del cielo, pero por ti seré capaz de bajar hasta lo más profundo de las tinieblas del infierno, sólo para demostrarte qué me perteneces. Qué te pertenezco. Que nos pertenecemos.— Finalizó diciendo para luego sellarlo con un ultimo beso, qué es lo definitivo que logro recordar de anoche. 

Abrí los ojos de golpe, recordé qué había estado con Alex, a solas, en esta habitación.

¿Qué carajos pasó anoche, realmente? — Pensé.

Pero la cama estaba vacía. Comencé a llamar a voz baja a Alex, lo suficiente para que se escuchara solo en la habitación, pero parece qué solo estaba yo en aquel cuarto. 

Busqué mi celular para ver si tenia mensajes o llamadas alguna de Alex o de las chicas, pero no lo encontré en la cama. Miré hacia la mesita de noche, y ahí estaba junto a un papel, lapicero, agua y pastillas. 

¿Eh?— Emití un sonido de confusión, duda, al ver ese papel debajo de mi celular, contenía un escrito y una firma. 

"La noche fue mágica, pero, quizás, hoy será aún mejor. ¿Recuerdas bien que pasó? Yo sí, todo. Tu sonrisa iluminó mi noche, y tus gemidos tan ardientes, me dejaron con ganas de más, y algún día acabaremos con ellas. Nuestra noche fue solo el comienzo de algo extraordinario entre nosotros. Lo sé y lo sabes. Ambos sabemos que así es desde qué nos vimos. Anhelo verte de nuevo ahora en la mañana y disfrutar de un desayuno juntos. Es una orden, no una invitación a la cual puedes rechazar ó aceptar. Espero con ansias verte en la luz del día. Hasta pronto, Srita Martínez." 

Tuyo, Alex.

Maldito.— Reí por lo bajo. Sentí mis mejillas arder.— Dios, basta. Esto es solo una aventura después de todo, ¿cierto?— Dije casi susurrando mientras veía aquella nota. Desprendía un olor tan conocido. Me acerqué para olerla de cerca. Era el perfume de él. El hijo de puta le había rociado de su perfume a una maldita nota. Es increíble. 

Iba a colocar la carta en la mesita de noche, cuando me di cuenta que había algo más escrito en la parte de atrás. 

"Posdata: No me mates cuando vayas al baño y te mires en el espejo. Solo es una pequeña muestra de mi cariño por ti. Avísame cuando pueda pasar por ti. Besos."  

¿Matarlo cuando me mire al espejo? ¿Por?— La duda me carcomía y fui directamente al baño a verme en el espejo. El cuerpo me pesaba, del cansancio, pero la intriga me dio la adrenalina suficiente para ordenar a mi cuerpo a que hiciese caso y fuese directamente al baño. 

Miré mi cuerpo frente a la lámina de vidrio reflectante. Tenia un moretón en el cuello. Un jodido chupetón en el cuello. 

¡Maldita sea, Alexander!—Grité, furiosa ante la "Marca de amor" qué me ha dejado. Tenia mi celular en mi mano derecha é iba a llamarlo, cuando tocaron la puerta tres veces. 

"Ahora si te voy a decir hasta de que te vas a morir, Alexander." —Pensé mientras iba de camino a la puerta. 

Cuando abrí, no era él. Era un jefe de servicio, junto a dos personal del servicio. Él era algo mayor, mientras qué ambas era algo chicas, un poco mayor que yo, supongo, pero no lo suficiente. 

Traían un maletín negro, una bolsa de algún almacén del centro comercial, también color negro, y un estuche de cosméticos, algo grande.

¿Señorita Martínez? Es un placer verla esta mañana. El anfitrión de la casa, el joven Invictus, le ha mandado ropa, un par de zapatos y maquillaje para la cita que tendrán hoy. También le ha mandado a dos de sus asistentes para que la ayuden a organizarse, maquillarse y en todo lo que sea necesario. Si necesita algo más, no dude en pedírselo a ellas, están a sus ordenes. —Me dijo amablemente. 

Dicho eso, entraron a la habitación para dejar las cosas en el mueble de madera que había, para luego él retirarse, cerrando la puerta. Dejándome aquellas dos chicas que amablemente me sonrieron. 

El joven Invictus nos ha mandado a ayudarla a ponerse muy bonita para el día de hoy. Le mostraremos un catalogo de maquillajes y peinados que puede elegir a su gusto. También había mandado a comprar un conjunto de ropa y un par de zapatos a su talla.— Dijo la primera asistente.

Él lo ha elegido según al gusto de usted.— Dijo la otra asistente, sonriendo. 

Primero que todo, muchas gracias. — Contesté con una sonrisa, algo nerviosa. Las caras nuevas solían ponerme así. — No hace falta que se dirijan hacia mi como "usted", entiendo la formalidad, pero seria mejor como Valery, no se preocupen. Y, perdón pero, ¿Quien mierda es el susodicho "Joven Invictus" y porque tengo jodida una cita con él? 

El joven Invictus es el anfitrión de esta casa, quien organizó la fiesta anoche. También conocido como Lukas Alexander Invictus Rodrigu...— No terminó de hablar cuando la otra chica le ha pegado un codazo en su costilla, algo fuerte, lo suficiente para que hiciera una mueca y soltara por lo bajo un quejido de dolor. 

Lo siento, me disculpo en nombre de ella. Es información qué no podemos dar, el joven Invictus nos había dicho que no dijéramos nada. lo sentimos. Ella es un poco nueva en esto, algo distraída parece. — Había una pizca de temor en sus caras. Pude notarlo. 

Espera, ¿Me estáis diciendo que Alex es el dueño de esto y les ha ordenado a no dar detalles al respecto? ¿Su primer nombre es Lukas? ¿Invictus su primer apellido? ¿Que putas?— Dije asombrada.— Claramente, no diré nada al respecto sobre que, ustedes me han dicho, pero os juro que no lo puedo creer. Necesito más información sobre él, por favor.— Miré con suplica a ambas. 

Ambas chicas se miraron con risas nerviosas y luego me miraron.

Bueno, el joven Invictus es dueño de esto y otras propiedades, universitario y a su vez empresario. Futuro heredero del  gran negocio familiar. Una persona muy fría, distante y demasiado formal. Esconde muchos secretos de los cuales, quizás sé uno qué otros, pero no podré proporcionar esa información. Es muy pronto. — Dijo la primera chica, que parece tener más experiencia.

Sólo, ten cuidado con él y su mundo. Es atractivo, misterioso y peligroso. Una vez dentro, no hay forma de salir de ahí. Te arrastrará hasta el final con él, y saldrás perjudicada. Y te arrepentirás de saber hasta de su existencia— Concluyó el tema la segunda para luego empezar a desempacar la ropa del maletín, los zapatos, maquillajes y demás. 

¿Peligroso? ¿Tanto así?— Pensé. —No tengo nada que perder, estoy dispuesta a averiguar su mundo oscuro. A perderme en sus ojos color verde esmeralda que llevan consigo una realidad en penumbra y misterio. 

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2023 ⏰

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