Capítulo 1: Punto de partida

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Ciudad de Kuoh, 24 de enero del 2022 d.C

Inmediaciones de la zona industrial, 8:00 PM

Un hombre joven con aproximadamente diecisiete años de edad, cabello corto castaño con varios flequillos que cubrían parcialmente sus cejas y dos extensiones de cabello que colgaban paralelamente en su nuca y ojos marrones suspiró; usaba una playera negra sin ningún símbolo junto a una chaqueta blanca, pantalones algo ajustados de color negro junto a unos zapatos café; se sentía un desastre por la falta de sueño a causa del cambio de vida que estaba por acontecer.

Tensó su mandíbula casi arrepintiéndose de haber regresado, pero tal pensamiento le fue inútil a esas alturas. Suspiró mientras se paró contra un muro; la ciudad había cambiado demasiado.

—Buen trabajo, Issei —gruñó el castaño con sarcasmo—, podrías haber recargado el crédito del maldito celular en el aeropuerto, ¡pero no! Ya es muy tarde para llamar a Yuu-obasan.

«" Kuoh. Mi hogar. La más adelantada ciudad en todo Japón, rica en vanidad y presunción. Ya imaginaba que la bienvenida que recibiría sería esta"»

Con abatimiento se apoyó contra la pared, cerró los ojos y se deslizó hasta el suelo.

Escena retrospectiva

Ciudad de Kuoh, 27 de enero del año 2011 d.C

—¡Hijo! ¡El almuerzo está listo!

La persona cuya voz sonó en toda la cocina fue la madre del niño, quien lo llamó desde la cocina de su casa sin obtener respuesta.

—Gorou, ¿dónde está Isse?

La adulta tocó el hombro a su esposo con curiosidad, preguntándose por qué no recibía respuesta de su niño adicto a su comida cuando el almuerzo estaba listo.

El padre del niño; un hombre de cabellera castaña y gafas, delgado con aspecto desaliñado pero simpático que estaba leyendo un periódico de manera entretenida parpadeó ante ello.

—¿Hmm? Se fue hace unos minutos. Lo más probable es que al parque.

—¡¿Qué?! Pero ni siquiera me dijo nada —la madre del niño miró hacia la puerta con preocupación.

—Últimamente ha estado muy callado. Pero parece bastante obvio el por qué, ¿no? —señaló Gorou.

—Lo sé, odia estar solo y quiere tener amigos. Pero no tiene sentido que fuera al parque sin nadie más... Al menos habría esperado que te pidiera que lo acompañaras ya que hoy es tu día libre —cuestionó ella.

El castaño siguió hablando con su esposa mientras ella ponía la mesa—: quizás oyó los rumores de ese viejo que le cuenta historias a los niños.

—¡¿Ese viejo?! Una persona tan sucia y repugnante es una mala influencia para mi pobre Isse, ¡debería de ser arrestado!

El castaño la miró con una sonrisa nerviosa, extrañado por el tono cada vez más venenoso que su esposa empleaba quien por naturaleza era una mujer amable y comprensiva.

—¿No estás exagerando Miki? Issei todavía es joven. Solo está tratando de encajar, además no creo que las autoridades dejasen que alguien con ese comportamiento se acerque a un grupo de niños, mucho más con la ola de pederastas.

—Eres muy confiado, ¡¿acaso has escuchado las vulgaridades que ese hombre dice?! ¡Yo si! ¡Es la peor influencia! ¡Es a la última persona que debería de acercarse mi pobre hijo! ¿No ves que puede corromperlo? Justo el mes pasado la vecina cuando llevó a sus hijos a la playa, todo lo que hizo el pequeño Makoto fue hacer grandes y redondos montículos de arena imitando a oppai, ¡en lugar de castillos de arena como el resto, todo por escuchar cosas indebidas! ¡No voy a permitir que conviertan a mi Isse en un depravado, sobre mi cadáver! —sentenció en un siseo dejando su delantal sobre la mesa bruscamente para dirigirse rápido a la puerta e ir en pos de su hijo.

Highschool DxD: AnochecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora