Capítulo 5: Juego de sombras (2da parte)

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Japón, ciudad de Kuoh, 06:58 PM, viernes 19 de mayo del 2022 d. C

Calles centrales

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Calles centrales.

Issei y su mejor amiga, Kaori, junto a la pequeña hermana adoptiva del primero, Ruri, observaban detenidamente entre los últimos rayos del atardecer al extenso contingente de policías que avanzaba por las calles. Los agentes vociferaban órdenes el uno al otro con expresiones de alarma y urgencia. Mientras tanto, el viento frío soplaba, llevando consigo hojas secas en su brisa, las cuales se elevaban hacia el firmamento. La cacofonía de las voces irritadas parecía transformarse en un tumulto de sonidos, aumentando la sensación de caos y tensión. Esta escena provocaba en el moreno una profunda y palpable inquietud, haciendo que sus pensamientos se agitaran en busca de respuestas ante lo que estaba ocurriendo.

—¿Qué está pasando? —murmuró este mirando a la distancia.

—Esto no me gusta nada —susurró la chica, procediendo a agacharse y cargar a Ruri entre sus brazos.

—Kaori Onee-san, ¿por qué están todos tan raros?

Issei giró en dirección de la más pequeña tratando de tranquilizarla con una sonrisa llena de entusiasmo—: No te preocupes, Ruri-chan. Debe de ser por causa de un nuevo festival, o quizás un simulacro.

La joven asintió con una sonrisa, apoyando las afirmaciones de su contemporáneo.

El trío continuó en dirección del subterráneo, manteniendo una estrecha vigilancia a su alrededor. A medida que avanzaban, los cuchicheos se volvían menos audibles, pero aún más inquietantes, solo levemente interrumpidos por sus pasos resonando de entre las frías paredes.

—¡Hay que apresurarnos! —determinó el castaño a la de orbes dorados la cual correspondió con un asentimiento.

En ese momento un chirrido resonó, haciendo que los tres se detuvieran abruptamente. El silencio sepulcral aconteció; donde el ligero plink de las gotas de agua chocando contra un charco oculto en un rincón destacó. Mucha oscuridad les contorneaba; la mayoría de luces se habían apagado inesperadamente.

El eco de un nuevo chirrido les sobresaltó.

Los mayores se miraron el uno al otro.

Issei bajó la mirada hacia el bolsillo izquierdo de su chaqueta, percatándose con progresivo alivio de que su teléfono celular estaba recibiendo una llamada entrante por medio de una persistente vibración, por lo que procedió a usar la interfaz y aceptarla tras usar el altavoz

—¿Issei-kun?, ¡ya son las siete y media de la noche y el Ayuntamiento ha instaurado el toque de queda —musitó la voz de un hombre mayor por el dispositivo.

—¿Kondo-san? ¿Qué? ¡¿Toque de queda?! —exclamó, sorprendido.

—Sí, ¿has oído por las noticias del incidente en la Iglesia Abandonada y los Yakuza de la noche pasada? La D.I.A está metiendo presión a La Policía por medio de la Embajada Italiana para hacer un cerco por la desaparición de unas monjas europeas que al parecer estuvieron involucradas, lo mismo está pasando en Sagami y Hiratsuka, menudo desastre, ¿todo está bien? ¿En dónde te encuentras?

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