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La tarde entera estaba destinada al desarrollo completo de las ideas principales que guiarán el texto para la redacción del artículo. La cabeza de Hae, cuando se trataba de escribir, actuaba dentro de un marco sumamente riguroso para desarrollar determinados temas. Por ello, precisamente, su escritura era constantemente aplaudida. Cada párrafo tenía sentido con el anterior. Y se concatenaban de una forma que se revelaba sumamente fluida, pero sin caer en cuestiones sencillas y poco profundizadas.

Por eso, los tiempos que Hae empleaba para su labor eran sumamente valiosos y respetados no sólo por él mismo, sino por sus propios amigos. Heechul, KyuHyun y Yesung sabían que no tenían que acercarse a su apartamento en esos días o en determinados horarios. Y cuando eran los descansos del escritor lo recibían cálidamente para ayudarle a despejarse de la saturación incesante de ideas y posibles soluciones.

Pero, por primera vez en mucho tiempo, Hae experimentaba la sensación de un enorme fracaso. Desde temprano que decidió sentarse en el escritorio para iniciar no tuvo manera de concentrarse.

Sus dedos se quedaban suspendidos al aire sobre las teclas del ordenador aguardando para escribir una palabra, una frase, ¡algo que sirviera! No obstante, nada salía de su cabeza.

En un par de ocasiones hizo notoria su inconformidad. Entre gruñidos, tirones suaves de cabello, suspiros cansados. Y muchas otras muestras de estrés ante el bloqueo que agobiaba su valioso tiempo de escritura.

¿El motivo? Son HyunWoo quien prometió que lo visitaría, pero no lo hizo.

Tampoco le llamó ni le escribió.

El reloj avanzaba.

Hae lo miraba de soslayo.

Pero nada.

Estaba claro que el sujeto realmente se encontraba al tope de trabajo. Y sólo por eso Hae intentaba remediar su congoja creyendo que quizá exageraba al portarse tan desesperado por una atención. Pero es que la situación durante su visita en la empresa lo dejó tan confundido que pensar en relajarse y mostrarse calmado era proporcional a decir que no le importaba si HyunWoo estaba celoso o no.

Tenía muchas ganas de verlo.

De explicarle.

De entenderlo.

Y justo como si lo estuviese invocando el momento en el que más loco podría volverse de desesperación el timbre sonó provocando que se enderezara con una sonrisa grandísima entre sus labios. Se apresuró a la entrada sin inmutarse de que llevaba ropa de descanso, los lentes de trabajo y los pies descalzos.

Lo que se encontró hizo que su corazón se contrajera.

HyunWoo llevaba un gran ramo de flores que provocó una sonrisa en la que a Lee DongHae casi se le entrecierran los ojos de pura dicha. El rostro del portador era cubierto por el adorno. Y sólo se descubría su mano derecha suspendida al aire sosteniendo tan pesado artefacto. Dejando boquiabierto a DongHae no sólo por lo bonito del obsequio, sino por lo fácil que era para el hombre mantenerlo firme con un agarre sencillo.

Es que era sumamente conmovedor. Cómo alguien tan serio, tan recatado, tan grisáceo portaba todos esos hermosos alcatraces como ofrenda de disculpa.

Ahora sí la risita de Hae pudo salir sin barreras de por medio.

—¿Me permite la entrada, buen hombre? —HyunWoo bajó las flores para sólo dejar que sus ojos se revelaran entre la maraña blanca, verde y rosada de adornos.

—Usted siempre es bienvenido en este hogar —agregó Hae con esa actitud risueña que combinaba preciosamente con los ornamentos proporcionados por Son. Mismos que tomó con las dos manos comprobando lo pesado del regalo que antes HyunWoo estuvo agarrando con tanta facilidad.

Lemon [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora