Sus ojos se abrieron, como dos bocas hambrientas devorando la luz, dando un trago singularmente amargo. Le dolía la cabeza, cerró los ojos de nuevo. Respiró y el aroma del incienso le llenó los pulmones, haciendo que torciera el gesto; aquel no era de sus aromas favoritos, menos en tal concentración. Giró por debajo de las sábanas, sintiendo cómo acariciaban su cuerpo desnudo, "Al menos la cama es bastante cómoda" pensó.
A regañadientes se forzó a abrir los ojos una vez más, en esta ocasión con mayor precaución. Su ropa estaba desperdigada por el suelo de la habitación, entre la falsa alfombra persa y un baúl de madera con remaches oxidados. Miró al chico que dormía a su lado; tenía una larga y ondulada cabellera color castaño, piel tersa del color del bronce y labios de un sonrosado natural. Era muy bello. Pasó los dedos entre su cabello y este despidió un agradable aroma a coco, apenas perceptible entre la mescolanza aromática del incienso. "Álex" recordó, "Su nombre es Álex, por Alejandro Magno".
La noche anterior, al conocerlo, le pareció que pertenecía a alguna fantasía épica, tal como su homónimo personaje histórico. Era un joven dulce y de aire misterioso, delgado, aunque fuerte, una combinación que resultaba difícil de resistir. Su hogar era una casa pequeña que rebosaba de pinturas rojizas, ámbar y ocre, muebles antiguos aunque no muy finos, cubiertos por infinidad de adornos con naturaleza muerta, cristales y aparatos viejos. Por un momento había llegado a preguntarse si el chico sería un anciano que cambió de cuerpo con un joven, idea que lo hizo reír.
La verdad era que sabía muy poco sobre él, apenas si conversaron la noche anterior. Como hacía con frecuencia, pensó en un nombre e inventó una historia interesante que relatar al conocerlo; esta vez, había elegido por nombre Iván, y ser un empleado que abandonó su tierra natal, siguiendo el negocio que un amigo de su familia recién comenzaba, dejando atrás todo, solo para darse cuenta de que el negocio era una farsa, que rozaba con el mundo criminal, al cual se negó y ahora debía valerse por sí mismo... Una historia apasionante, aguerrida, y completamente falsa, al igual que su nombre.
Álex, abrumado por los detalles trágicos y extraños de su viaje, quedó cautivado, entonces fue sencilla la seducción. El chico se dejó abrazar por el relato, extasiar por sus palabras, y antes de siquiera notarlo, estaban en el dormitorio, despojándose de sus ropas, probando con sus labios la piel del otro, arremetiendo entre sí en un éxtasis absoluto, casi animal. Aquel acto le resultaba natural, lo había experimentado con anterioridad ya innumerables veces, pero no Álex; su mirada, su tacto, su respiración, lo delataban.
Cuando terminaron, exhaustos, el chico le dedicó una sonrisa nerviosa, como si fueran compañeros en un crimen que solo ambos conocían, pero del que no era necesario hablar, luego se sumió en un profundo sueño, tan tranquilo y apacible que bien hubiera podido pasar por un muñeco tendido sobre la cama, un muñeco cálido, de largas piernas.
De haberlo deseado, hubiera podido marcharse en ese momento, muchos en su lugar hubieran optado por aquello, un orgasmo casi clandestino y escapar bajo el abrigo de la noche; pero aquella casa, aquella cama y el resguardo de la noche, eran lo que en verdad buscaba cuando sedujo al chico. Desde luego, disfrutaba del sexo, más aún con un sujeto tan atractivo, pero lo que realmente deseaba, lo que anhelaba casi con desesperación, era pasar una noche bajo techo.
A simple vista, nadie hubiera podido advertir que él, con sus modos suaves e intelectuales, había vivido en las calles desde hacía tanto tiempo. No era precisamente un desamparado, tenía una cuenta bancaria con suficientes fondos para ropa y alimento en una proporción adecuada, también una casa a su nombre, en una ciudad que se le antojaba cada vez más lejana, pero su casa al fin y al cabo. Incluso tenía una familia, o los restos de algo que asemejaba a una familia para ser exacto. Tenía muchas cosas, pero nada cercano a un hogar.
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SIN HOGAR
RomantiekCuando las cenizas de tu vida anterior no tienen nada para ofrecerte, sin lazos que te aten a ninguna persona o a ningún lugar, no queda sino vagar en busca de lo que otros llaman hogar. Ha viajado durante tanto tiempo, contado tantas historias, co...