Capítulo 1

218 12 4
                                    

—Felix, levántate.— Decía la castaña con su característico tono molesto. Félix apenas abrió sus ojos pudo divisar a su madre vestida con un elegante traje, uno, de lo muchos que usaba para su trabajo.

El pecoso se levantó sin dirigirle alguna sola mirada a su madre, pasando de largo por donde ella estaba apoyada en el umbral de la puerta, directo al baño. Al cerrar la puerta soltó un largo suspiro mientras se apoyaba en esta misma. Empezó a desvestirse para entrar a la ducha lo más rápido posible, pero sin antes verse al espejo. Estaba del asco, estaba claro, pero no podía hacer mucho para mejorar su aspecto con un simple baño.

En su delgado cuerpo los huesos ya empezaban a ser más visibles, las cicatrices en sus brazos no estaban curadas del todo y dejaba constantes manchas en sus ropas.

Se miro un poco más en el grande espejo, fue hasta la ducha para abrir toda el agua caliente, y por fin, adentrarse a esta.

Las gotas de agua se deslizaban lentamente por todo el cuerpo de Felix, el castaño estaba con sus ojos cerrados tratando de aprovechar el único momento donde podía estar tranquilo, libre de malos pensamientos. Cinco minutos fueron suficientes para que saliera de la ducha, se encaminó hasta la repisa colgada en el baño para sacar un botiquín y curarse.

(...)

Los cortes en sus brazos estaban un poco mejor, pero aún dolían. Ya estaba listo con el uniforme. Se revisó una última vez en el espejo de su habitación para comprobar que estaba un poco presentable, agarró la mochila al lado de su cama, cerró la puerta y bajo a toda velocidad por las escaleras. Finalmente salió de su casa para dar rumbo a la escuela. No le importaba no haber desayunado, o si sus padres le avisaban algo, no había posibilidad de que eso ocurriera.

Ya estaba acostumbrado a que no se despidieran de él, ni una sola nota, ni un mensaje. Sus padres trabajan y probablemente no tienen tiempo, la verdad, era todo lo contrario.

Desde que nació, todo a sido un infierno.

Nunca le dieron ese cariño característico que se dan las demás familias entre sí, en sus 17 años de vida no a recibido ningún abrazo de parte de sus familiares y padres. Desde pequeño le dejaron en claro que habría barreras, cada quien por su lado.
La familia Lee era una de las más importantes en Corea del Sur, no necesitaban a un debilucho. "Una muestra de cariño provocaba que los niños no se vuelvan fuertes", una de las frases que siempre decía su madre. Tan ridículo que daba rabia.

Viviendo así toda su vida, ¿quién no se sentiría mal?, cada oportunidad que tenían con él a solas eran reproches por no esforzarse, en simples palabras, un fracasado en todos los sentidos.

En todo el recorrido hacia la escuela, se lamentaba internamente por las cosas que estaba haciendo mal hasta ahora, todas las mañanas se criticaba así mismo por las cosas más mínimas que hiciera.

Sus pensamientos se calmaron de repente.

Miro a sus alrededores viendo como las hojas volaban por el leve viento que causaban las mañanas, frías y ventosas.

Caminar hasta la escuela era tan tranquilo, el transporte público solo le causaba dolor de cabeza, era un caos total, muchas personas amontonadas en un espacio reducido le provocaba escalofríos.

Los minutos pasaron volando, llegando así, a su destino.

Al solo adentrarse un poco a aquel edificio, se podrían ver a casi todos con sus respectivos grupos, era tan envidiable ver como las personas podían socializar fácilmente. Pero no era así del todo, tenía a Chris, uno, y el único que a sido su mejor amigo hasta hora, su confianza era grande, pero por más que sea grandísima, él no podía contarles sus problemas, podía aburrirlo de tan solo oírlo.

Felix, Are you okay? - [Chanlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora