Parte 1

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Botas de cuero pisaban la oscura calle bajo la luna. Unos guantes del mismo material acompañado del metal, y una vestimenta caballeresca muy ligera acompañaba el suelo con un color negro. Y por último, su casco. Negro también, pero con puro metal. Ese negro que reflejaba las luces del bar que estaba frente suyo.

El casco era un típico diseño de la antigua nobleza, con una gran pluma roja en el centro arriba de la misma, inclinándose hacia atrás.

Con ambas manos, abre las dos puertas del bar. Revelando una oleada de griterío y fiesta sobre las sillas de madera redondas. Las mesas llenas de tragos de cerveza con muy poca comida entre medio.

Gracias a que las puertas se abrieron silenciosamente, y a la altura del armado ser con unos 1.67 cm, casi nadie se dio cuenta de su entrada. Así que se dirigió con tranquilidad a la mesa del barman.

—¿Qué necesitas?—

El adulto, con una barba corta y cabello igual de corto, ambos de un rojizo ligero, preguntó sin levantar la mirada del vaso de vidrio grande. Vestido como un simple cantinero.

El "caballero negro" sacó un papel de un pequeño bolso que llevaba en la cadera sujeta a su hombro izquierdo. Lo colocó sobre la mesa y, con el dedo índice, golpeó la imagen que había en el arrugado papel.

La imagen era de un hombre con grandes mejillas, pelo corto y una especie de expresión de locura. Arriba y abajo se encontraban unas sencillas palabras.

"Se busca"

"El  Gran Jack Horner"
"Vivo o Muerto"

El cantinero miró el letrero maltratado y sucio, luego miró por primera vez al caballero negro. Se sorprendería si no hubiera conocido a un ogro que habla y lucha, un gato con botas bastante fiestero y a una rara familia criminal.

*suspiro*—Un caza recompensas, ¿eh? Últimamente hay menos, me sorprende que sigas con el negocio.— El caballero no reaccionó. —La última vez que escuché de él fue que envió a "Kitty Patitas Suaves" a buscarle un tesoro. No se donde está esa gata, pero la mansión de ese sujeto está a unas calles al oeste de aquí.

Con pocas ganas, dijo lo que quería la armadura andante. El caballero negro agarró el cartel y golpeó la mesa para irse. En su lugar, había dejado una moneda de oro.

—Que considerado... Gracias, vuelva pronto.—

El misterioso caballero cerró las dos puertas al salir, perdiéndose entre la multitud de gente.

Al salir, fue a un callejón y de su bolso sacó una espada más grande que él. Ha de ser el bolso lo que es mágico aquí.

La manodoble negra con detalles rojos suave como la tela se lanzó de la mano del caballero. Una vez clavada en el perfecto suelo, la espada fue rodeada con un gran pilar de piedras. Al desaparecer las piedras, un caballo negro con rodilleras protectoras, una montura distinguida y un casco sin parte inferior negro apareció frente a su persona.

Nuestro caballero se disponía a montarlo para ir a donde el cantinero le había dicho. De hecho, un gran edificio se veía desde esas calles inferiores que tanto poblaban estos inocentes ciudadanos.

Al llegar al edificio, el caballero lo miraba por debajo de él. Puesto que había llegado a una pequeña montaña más grande que el castillo justo detrás del pueblo. Bajó del caballo y se acercó. Su caballo quedó atrapado en piedras para volver a ser lo que era, una espada.

El caballero la agarró y la clavó en frente de él. Lo suficiente para que el mango esté a la altura de su pecho. Con una mano encima de la otra, él solo miraba el castillo brillante ante su persona.

Yo No Tengo un Deseo [T/N en Gato Con Botas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora