Parte 6

564 60 15
                                    

Usabas tu imaginación a gran escala mientras cabalgabas tranquilamente en el día siguiente a lo ocurrido. No podías sacarte de la cabeza a ti envuelto en los brazos de Ricitos cuando escapaban de los guardias.

Fingías que no te importaba, sin embargo era la primera vez que tenías unas manos sobre ti de esa manera.

Aún sentías el calor de las manos de ella en tu cintura que solo estaba cubierta por un pedazo de tela roja oscura, del cual estaba hecha tu camiseta debajo de la armadura ligera. Y la pequeña calidez de tu cuerpo pegado al suyo se repetía una y otra vez en tu piel.

Sacudías tu cabeza. No era el momento de pensar estupideces, tenías que llegar al Templo de Iris antes de que el sol que ilumina el escudo se oculte más de lo necesario para que la puerta sea efectiva.

No estaban lejos de ese templo, puesto que ya se podía ver un pequeño camino con piedritas de roca y arena. Mirabas al piso mientras cabalgabas suavemente con el caballo con el que siempre andabas. Otra vez, venía esa escena a tu mente.

Aquel pequeño apretón de los dedos de Ricitos se volvía a sentir suavemente sobre tu cintura, mientras todo tu cuerpo frontal rozaba con el suyo arriba de las telas de sus respectivos atuendos cotidianos. Generando un poco de energía calurosa en esa fría noche formada por el seco viento y la luz de la luna que radiaba la luz a ese pequeño callejón donde ambos se habían ocultado de los guardias.

Estaban apretados, ocultos en ese pilar de madera que sostenía un balcón de una casa, tan pegados, tan juntos...

Ahora ese calor parecía volver a la realidad en forma de sonrojo por tus mejillas, gracias a Dios es de día y apenas se puede notar eso.

Hablando de eso, era pleno día. La mañana estaba completamente despejada, sin ninguna nube de estorbo.

Parece que lloverá está noche.

—Uhhg... ¿Cuánto falta?— Una quejumbrosa voz habló detrás de ti. Aquel oso menor parece no soportar el calor, a diferencia de su madre, quien estaba de su lado derecho, y su padre, quien estaba en su lado izquierdo cargando a Ricitos en su lomo.

—Menos de media hora, si te sirve de consuelo.— Dijiste volviendo tu mirada al frente. Por cierto, Ricitos seguía durmiendo arriba de su padre, parece que anoche no la tuvo fácil.

El oso menor suspiró en resignación después de que su madre lo consolara, y el padre diera una cara de "no aguantan nada". Puesto que habían caminado durante 20 minutos enteros.

Obviamente mentiste, faltaba menos. Cerca de 10 minutos, o algo así.

Los rumores de aquel templo te hicieron cuestionar algunas cosas. Puesto que la entrada al Templo de Iris está bloqueada por una "puerta de luz" la cual el escudo que Ricitos lleva consigo es la "llave". Pero los rumores decían que estaba bloqueada por magia, una maldición o simplemente se derrumbó.

Además, todo lo importante de ese templo estaba bajo tierra, ya que arriba no se podía ver otra cosa que una pequeña montaña de granito bien diseñado.

Hay tres seres bajo ese templo. Uno está dormido, otro vagando y otro seguramente está encadenado. Si tan solo pudieras destruir ese templo, lo habrías hecho. Pero aún es útil, y no hay que crear un caos innecesariamente.

Puesto que no tienes a "Excalibur" contigo, dos de los tres seres deben ser evitados. Uno de ellos está dormido, ahora el problema será el otro.

5 de los 10 minutos pasaron, y luego de un bostezo, se escuchó un;

—Uh.... ¿Ya llegamos?— De tal hermano, tal hermana.

Aquella rubia con la que pensaste todo el viaje se despertó, y con ella, los recuerdos con los que antes luchaste volvieron a tus ojos. Sacudiendo la cabeza, en señal para despejar tu mente, volteas la cabeza las cuatro personas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 15, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Yo No Tengo un Deseo [T/N en Gato Con Botas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora