2.🥀

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Termine de guardar mis cosas. Mire satisfecha mi habitación.

Sin dudas tenía buen gusto y eso nadie me lo podía negar.

—Charlie quiere saber si quieres pizza.

Me tense al oír su voz. No hacía falta voltear para saber quién era.

—En un momento bajo.—no me moleste en voltear a verla y tampoco espero que lo hiciera.

Saque de mi maleta una última cosa. Cerré los ojos un momento al darme cuenta de que era.

"Quizás si ... No, no estoy lista." Lo tome entre mis manos sin siquiera mirarlo. Abrí el pequeño cajón de la mesita y lo guarde.

Al final baje a la cocina y sin que Charlie o Isabella me notaran tome dos porciones de pizza y volví a mi habitación.

Me senté junto a la ventana mirando alrededor. Todo estaba tan tranquilo.

Eso me asustaba.

—Tranquila. Está bien, está bien.

Dejé el plato en la mesita y fui por mi cuaderno de dibujos que se encontraba en mi mochila.

Fui pasando hoja tras hoja recordando los momentos en que los hice. Después de todo era lo único que podía hacer. Recordar.

—Ojalá estuvieras aquí conmigo, O yo allá... contigo. Buenas noches.

•§•

Cuando llegue a la dichosa escuela está de más decir que todos sabían quién era ... O solo lo necesario.

¿Qué se podía esperar de un pueblo tan pequeño como lo era Forks?

Presentaciones, clases aburridas, maestros gruñones. Ajam típico de escuelas. Seguro que agradecerán que me haya saltado ese insignificante detalle.

—Estúpida máquina. ¡Estúpida máquina! ¡Dame mi caramelo! —al final le di una patada al maldito cacharro que se tragó mi dinero.

—Que violenta. —volteé a mirar con una ceja alzada a la persona que interrumpió mi rabieta.

—Cállate si no quieres ocupar su lugar. —Ví cómo alzo sus manos en señal de paz.

—Creo que deberías alejarte antes de que alguien te vea.

—No hasta que esté pedazo de porquería me de mi dulce. —Volvi a mi pequeña batalla con la máquina expendedora. Lo tomé con ambas manos y comencé a sacudirla sin ninguna pizca de delicadeza.

—¡Tranquila chica! Haber déjamelo a mí. —resople, pero igual me aparte dejándole mi lugar.

Inserto una moneda y presionó algunos botones. Al final le dio un pequeño golpe y la golosina por la que tanto había batallado calló.

—Su dulce señorita. Emmett Cullen.

—Iveth, el placer es tuyo. —escuche con se reía.

—No te había visto por aquí. ¿Eres nueva en el pueblo?

—podría decirse que sí. Soy hija de Charlie Swan.—eso pareció sorprenderle.

AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora