Capítulo 7

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PASADO 6

Esto va a ser una tortura.

Mi ceño está tan fruncido que es capaz de menguar el sol de la tarde mientras espero en una acera dentro de la facultad a que llegue mi hermano. Al menos no soy la única que piensa lo mismo.

—Lástima que no podemos ir con ustedes —comenta Javier a la vez que se señala a sí mismo y a Yael a su lado. Se han vuelto de los mejores amigos ahora que están en el mismo grupo de Comunicación y Lenguaje.

—Verga, por lo menos en el grupo de ustedes tienen chamas. El de nosotros es puro macho. —Yael pone cara de guácala, su nariz arrugándose como si los otros chamos de su grupo estuvieran a su rededor y le olieran mal—. ¿Sabéis si están solteras?

Su mirada se desvía hacia Erika y Andrea. Las dos están despidiéndose de Tomás y Anderson, que se van en el carro de uno de ellos a visitar una de las dos empresas que estamos estudiando. Por otro lado, Salomón nos va a llevar a las tres a la otra empresa.

Puedo admitir solo para mí misma que la pregunta de Yael me amarga más de lo que ya estaba. Yo sé que Andrea es súper linda por fuera, con el cabello marrón claro largo y sedoso, que le cae en ondas sobre los hombros. Es una blanquita de esas que se ve que tiene padres con al menos un apellido impronunciable, y que usa ropa que se la deben lavar en tintorería. Erika es un poco más morena, aunque no tanto como yo, y a pesar de ser tan pelada como yo, tiene una carita de muñeca de porcelana que voltea miradas.

Sin duda son las más lindas de todas las tres secciones. Pero tampoco es que yo esté pintada en la pared, ¿no?

Me cruzo de brazos mi voz sale más gruñona de lo que debería.

—Que yo sepa Erika está soltera, pero Andrea no sé. Siempre está encima de Tomás.

—Es verdad, yo creo que ahí no hay chance. —Yael se frota la barbilla.

El carro de los dos chamos finalmente departe y ellas dos quedan como desoladas de no ir con ellos. Creo que hubiera sido mejor que yo visitara una empresa sola y ellos cuatro juntos a la otra. O si Erika fuera capaz de ponerle atención a otra cosa que no fuera el chamo del que está empepada, también sería chévere hacer la visita con ella.

Por el rabo del ojo noto a Javier mirándome con una expresión críptica.

—¿Qué?

La esquina de sus labios se levanta, y está a punto de decir algo cuando una corneta familiar hace eco por el estacionamiento.

—Ese es mi hermano —balbuceo sin entusiasmo. Con más energía, grito hacia las otras dos—: ¡Epa, esa es nuestra cola!

Andrea se voltea hacia mí y si las miradas mataran yo aquí yacería.

—Muy buena la conversa pero ya nos tenemos que ir —le digo a los dos chamos con un sarcasmo que chorrea de mi boca.

—Mucho gusto en acompañarte. —Javier hace una reverencia, aunque el brillo de sus ojos hace imposible que la pequeña burla me moleste. Hubiera querido saber qué iba a decir, pero como siempre Salomón hace sus apariciones en los peores momentos.

—¿Segura que no las puedo acompañar? —Yael se ríe solo y yo le doy con el codo.

—Búscate tu propio chance, bobo.

Con eso los dejo y me monto en el puesto de pasajero del carro de Salomón. ¿Cómo es posible que sea más caliente dentro del carro que afuera?

—Buenas tardes —Salomón saluda a las dos chamas que se montan atrás, ignorando como Andrea inhala entre los dientes ante el vaporón dentro del carro—. Mucho gusto, soy Salomón Rodríguez, el hermano de Sikiú.

Con la maleta llena de sueños (Nostalgia #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora