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No lo aguantaba, lo estaba torturando muy rápido y la gente que se encontraba cerca notaba el sufrimiento enorme del pelirrojo.

Al salir de su pequeño hogar Seungmin creyó que llegar tarde a sus clases sería el mayor de sus problemas, nada le aviso que aquello era el menor de ellos, ya que al querer cruzar la calle aquel camión con un conductor más que ebrio pasó por encima de él.

La gente gritó horrorizada al ver tan terrible escena, muchos llamaron a la policía y otros que pensaron bien decidieron pedir ambulancias.

El camión terminó estrellado cerca de una tienda de conveniencia y Seungmin tirado a más de 15 metros de donde estaba parado anteriormente, al llegar los enfermeros quedaron sorprendidos, después de todo que Seungmin siguiera respirando era más que un milagro. Uno que no duró mucho al llegar al hospital y terminar en un paro cardíaco.

Eran las 13:30 p.m del martes 13 de septiembre que el cuerpo de Seungmin no duró.

Para sorpresa de él, pudo ver todo.

Como cada persona entraba y salía del hospital, la llegada de sus padres y el triste llanto de ellos al enterarse de las noticias. En realidad pudo ver todo desde el choque que sintió y también sentir como su cuerpo luchaba en cada segundo. Lloró, lloro mucho por el suceso.

Después de todo nadie está listo para morir en realidad.

Sentado aún dentro del hospital Seungmin reflexiona sobre todo lo que pudo hacer en vida, frustrandose con acciones que pudo haber hecho. Como haberle hablado a su platónico de cinco años o cosas que quiso no haber hecho como haberle regalado ese último pedazo de pizza a su hermano mayor. Estaba demasiado deliciosa.

Al pasar mucho tiempo Seungmin se levantó, cuando una oleada de mareo le llego no supo cómo actuar. Intentó sostenerse de la pared al sentir que su vista se nublaba y al dar un paso cayó en seco.

El dolor de cabeza le llegó al instante, sin querer abrir los ojos respiro lentamente como si llenar sus pulmones con aire lograrían alejar aquella terrible jaqueca.

Movió su mano para ver si se hizo algún daño, lo cual le resultó cómico porque después de todo un alma no puede sufrir más daños que un cuerpo.

Al intentar mover su mano escucho gritos fuertes a su alrededor. Paro en seco.
¿Qué era eso?.

Abrió los ojos de golpe, mareandose ante el repentino. Mientras recupera la vista de apoco puede notar una silueta sentada a su lado, cuando lo logra distingue a un rubio con pecas hablándole o eso cree porque puede ver sus labios moverse muy rápido.

Al recuperar todos sus sentidos habla.

-¿Qué sucede? ¿Donde estoy?- sus palabras salen en un susurro.

-Estamos en la enfermería, te diste un buen golpe con el suelo cuando estábamos entrenando Basquetball- el chico pecoso revisaba a detalle cada parte de Seungmin, para intentar buscar otro daño.

¿Desmayo? ¿entrenar? ¿él?

En sus diecisiete años de vida, Seungmin no hizo algún deporte o algo que requiera demasiado movimiento. ¿Qué hacía él entrenando? Y para colmo Basquetball que es por lejos su deporte favorito, bueno no es que tenga uno.

-¿Quién eres?

-Vaya el golpe debió ser demasiado duro- escucho la risa profunda del pecoso, sorprendiéndome más que cuando escucho la voz- Soy Felix, tu compañero de aula.

Seungmin no es que sea un asocial de primera y tampoco una persona que esté demasiado atenta a la vida de los demás, pero claramente recuerda que en sus clases no existía un tal Felix. Porque si fuera así, el amor platónico que tenía sin dudas sería por este Rubio con voz de trailero.

Me metí en mi libro favorito (Chanmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora