ーDía tres: Almas Gemelas
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Esa mañana el dolor de cabeza lo había invadido tan fuerte que durante unos minutos le costó levantarse. No supo cuánto tiempo pasó desde que la voz a gritos de su madre lo había despertado, pero sí que deseaba seguir durmiendo y no lo conseguía.
Oyó la madera de la escalera rechinar por cada paso que daban sobre ella. Frunció el ceño y se llevó una almohada en rostro. No quería luz ni ruidos.
Una mano se posicionó en él y le dio suaves empujoncitos. Tardó en entender de quién era.
ーEndō, despierta ¿No quieres desayunar algo?
Una sonrisa involuntaria se formó en él. Quizá por la voz que escuchaba, que ciertamente era una grata sorpresa, o por la idea de comer lo que fuese. Sí, las vacaciones de verano tenían esa ventaja, podía comer lo que deseara y luego entrenar todo el tiempo.
Se quitó la almohada y finalmente divisó un rostro joven y tranquilo que sonrió al verle despierto.
ーBuenos días, Endō-kun.
ーBu... ーuna punzada en la cabeza le hizo detenerse y llevas las manos hasta la zona adolorida. Cerró los ojos con fuerza y escuchó la voz preocupada que le preguntaba qué pasaba. Él negó, sin decir palabra alguna, y parpadeó bruscamente un par de veces antes de abrir de nuevo los ojos por completo.
Por un momento la miró. Cada parte de ella reflejaba cuán preocupada estaba por él, había llevado una de sus manos a su pecho como si fuese un puño.
¿Qué era eso que tenía en la mano?
Antes de parpadear de nuevo le pareció ver algo fino y brillante, pero esto había desaparecido.
Seguro era idea suya.
Ella acercó su mano hasta la frente de él y la posicionó durante unos segundos en esa zona. La retiró al notar que no había un aumento de temperatura alarmante.
ーNo te preocupes, estoy bien. Debo haberme golpeado muy fuerte ayer entrenando, pero nada a lo que no esté acostumbrado ーdicho esto sonrió y se levantó de la camaー. Gracias por venir ¿Ya has desayunado?
ーNo, aún no. Tu mamá está haciendo el desayuno, me pidió levantarte.
ーEntonces vamos.
Ella no mencionó el hecho que aún él estaba en pijama, prefirió no hacerlo, y eligió seguirlo por detrás en silencio procurando estar atenta a cualquier síntoma de malestar que presentase.
El jover arquero empezó a sentir que los oidos se le tapaban, para luego escuchar un molesto y ensordecedor ruido agudo. Frunció el ceño y se detuvo a mitad de las escaleras deseando que todo eso acabase.
La vista comenzaba a ponerse borrosa.
ーHijo, ¿te encuentras bien?
ー¿Eh? Ah, sí.
Parpadeó y la vista dejó de ser borrosa.
Desde donde estaba podía ver a su mamá cocinando y a su papá en la puerta de la heladera buscando Dios sepa qué.
Su cara delató su confusión al notar que algo fino, brillante y alargado se conectaba entre ambos adultos. Iba desde uno de los dedos de su mamá hasta la mano de su papá. Era casi imperceptibles.
Le pareció extraño y hasta, de cierta forma, absurdo. Demasiado cursi para personas de la edad de ellos. Además de un sinsentido.
¿Por qué alguien se pondría eso?