10. Abuelos Benedetti

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Abigail Anderson

Camino de un lado a otro nerviosa.

Rizzo me mira con el ceño fruncido.

—¿Puedes dejar de moverte como una lombriz?

Niego.

—¿Que pasa?

—Abbey invito a los abuelos de Gabriel al partido de hoy. — dice Maisie.

—Ay ay ay por eso estamos tan nerviosos.

Me recargo en la pared.

Los jugadores están terminando de cambiarse para salir al campo para el partido de hoy.

El teléfono me vibra.

Señor Benedetti mayor

Unos guardiás no nos dejan pasar.

Añade muchos emojis enojados y eso me hace reir.

Camino a la puerta de acceso.

—Pueden pasar. —Los cuatro guardias me miran. Dos han estado conmigo todo el dia y los otros dos escoltando a Gabriel.

Me miran insegura.

—Son abuelos de un jugador.

Asiente y abren el paso al momento veo a un señor de unos sesenta años con lentes pasar.

—Ven, Abigail. Pasa tu primero.

Frunzo mi ceño.

El señor se quita y deja pasar a una señora de la misma edad.

De pelo blanco un poco mas baja que el.

—Abigail, hola. —Dice el señor Benedetti.

Sonrio.

—Hola, bienvenidos.

Me acerco a saludarlos a cada uno.

—Mi nieto sigue haciendo buenas elecciones. —Dice la señora. —Hola Abigail, soy la abuela de Gabriel, Abigail.

Rio por el mismo nombre.

—Mismo nombre. —Digo sonriendo.

—Te digo, mi nieto es una joya. Pero tu ya debes saber eso.

Asiento mientras sonrió.

—¡Abuelos Benedetti!

—Pequeño Markie. —El señor Benedetti "Marco" abraza a Mark.

—Ya no es tan pequeño, Marco.

Mark ríe.

—Miren, mi novia. —Maisie aparece nerviosa.

Abigail ríe.

—Los mejores amigos tienen buenos gustos aun.

Rio.

—Gabriel no tarda en salir.

Ellos asienten y Mark se va a su lugar, Maisie se queda un poco atras en una llamada y nosotros caminamos un poco.

Gabriel sale y me busca con la mirada cuando me encuentra su rostro brilla con una sonrisa.

Luego ve detras de mi y su cara se queda en pausa.

Camina a paso rápido hacía nuestro lugar.

—¿Esto es real?

Asiento frenéticamente y veo como su cara se pone roja y sus ojos se llenan de lágrimas, me abraza suavecito.

—Eres lo mejor del mundo, Abbey. —Susurra en mi oido.

Mi sonrisa se abre demas.

Lo separo de mi para que salude a sus abuelos.

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