VIII

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Luego del paseo, fueron a vestirse y a cenar. Cuando Aemma entró al gran salón vio a Lord Stark ponerse de pie y correr la silla a su lado para que se sentara. Después de tomar asiento su hermana se levantó sosteniendo su copa.

-Quisiera hacer un brindis por Lord Stark. Espero que su estadía en nuestro hogar sea provechosa y que la disfrute. A su salud.

-Salud.- repitieron los demás asistentes, aunque no con tan buen humor.

-Muchas gracias por su hospitalidad, el castillo es verdaderamente grande, espero no perderme. Aunque teniendo a la mejor guía es difícil.- dijo sonriendo mientras miraba a la chica a su lado.

-Espero que así sea.- respondió con una sonrisa bastante fingida en su rostro. No quería estar ahí, no quería que él la adulase, no quería que él le sonriera, no quería que él la mirara así.

La cena transcurrió con normalidad, aunque más silenciosa de lo habitual. Tan pronto terminó comer, Aemma se levantó y se excusó para ir a sus aposentos.

-Yo la acompaño, princesa.

-No hace falta, mi Lord.

-Insisto.

-Está bien.-tomó su brazo y fueron caminando al torreon en silencio.

-Mira, sé que no quieres casarte conmigo, pero estoy poniendo todo mi empeño en agradarte y por lo menos ser tu amigo. Podrías por lo menos fingir que no amas a alguien más y ser más amigable.

-Yo no amo a nadie más, y lo siento por no querer casarme tan pronto.

-Está claro que alguien más es el dueño de su corazón, pero si vine desde Winterfell es para tratar de ganármelo. En el norte los señores Stark siempre le son fieles a sus señoras, y normalmente surge un gran amor entre estos. Si vine desde tan lejos fue para hacer que las cosas entre nosotros funcionen antes de casarnos.- Estaban en frente de la puerta de la chica y ella miraba a otro lado, no a él.

-Agradezco sus esfuerzos y los tendré en cuenta, pero creo que será difícil tratar de hacer que "las cosas funcionen entre nosotros".

-Bueno, por lo menos debo intentarlo. La peor batalla es la que se da por perdida antes de librarse. Descanse, princesa.- Dijo Cregan tocando la mejilla de esta con su mano para después irse.

No quería eso, Cregan era un buen tipo, pero ella sabía que amaba a alguien más, a alguien que seguramente la odiaba. Solo quería que todo volviera a ser como antes, sin el afán de casarse y con quien hacerlo, sin los rencores políticos.

Al día siguiente se levantó temprano para ir a montar antes de que el sol saliese y la vida en el castillo comenzase. Se dirigió a la cueva de los dragones con ser Erryk, su protector.

-Deberías quitar esa cara. Esto lo hago seguido, sé cómo hacerlo, tranquilo.

-Disculpe por angustiarme cuando se sube en una bestia alada gigante que vuela por los aires mientras exhala fuego por las fauces. Ah, y además se pone a disparar flechas.- Dijo sarcástico.

-Por favor, no es para tanto. Sabes que no me pasará nada mientras esté en el aire, es más probable que me caiga caminando que volando.

-Llegamos.

Bajó del carruaje y entró a la cueva, despertó a Vermithor y subió a su lomo para luego comandarlo a salir y empezar a volar. Le encantaba cazar aves desde las alturas, cuando volaban de los árboles les daba siempre en el ojo con una de sus flechas, tenía una gran puntería. Luego de un rato de estar en aire descendió y llevó a Vermithor a su lugar de descanso.

-Gracias a los siete que está bien.

-Que gracioso, ser.

-Cuando visite el norte organizaré una cacería solo para usted, se nota que es buena.- dijo Lord Stark apareciendo de repente.

-Me alaga, mi Lord, pero creo que lo mío es cazar desde arriba, no es caballos.

-Bueno, si cambia de parecer, siempre está en pie la oferta.

-Acompáñenos al castillo, por favor. Así desayunamos todos juntos.- dijo la chica cambiando de tema. Trataría de que Cregan Stark le cayera bien, por lo menos debía tener su amistad.

-Con gusto lo haré.

-Está haciendo micho frío, siempre es así a esta hora.

-Y para mí el ambiente aún sigue siendo muy caluroso.- se miraron y rieron.

Al llegar a desayunar Rhaenyra miró a su hermana sorprendida, estaba siendo mucho más amigable con el Stark que el día anterior. Estaban inmersos en su plática y reían mientras comían.

-Bueno niños, coman rápido y cámbiense para poder entrenar. Tú también, Aemma.- esta asintió.

-¿Entrenas con la espada?

-Así es. ¿No es muy femenino de mi parte?

-En el norte las mujeres son así, fuertes e independientes. Saben pelear mejor que caballeros del sur. Si me lo permite, quisiera ver su práctica.

-Estaría encantada de que se nos uniera, mi Lord.- dicho esto todos salieron de la sala para ir a ponerse la ropa de entrenamiento.

Al llegar, Aemma tomó una espada de madera y se posicionó en frente de Daemon.

-¿Segura de que quieres hacer esto en frente de él?- dijo Daemon hablando del norteño.

-Que más da. Puedo vencerte de igual manera.- respondió tratando de provocar a su tío.

-Cuanta más es la soberbia más dura es la caída.

Empezaron a batirse en un duelo muy complicado, ambos eran muy buenos, pero tenían diferentes fortalezas y debilidades. Luego de un rato de pelea, Daemon atacó y dejó su defensa desprotegida, de lo que se aprovechó su oponente. Le pegó en el pecho y después en la espalda, de un solo movimiento tomó la espada de este y dejo su cabeza entre las dos espadas con un pie en su pecho.

-¿Lo ves? Te dije que ganaría.- dejó las espadas en el suelo y le dio la mano para que se levantara.

-Tal vez me sentiría humillado, pero como yo te enseñé todo, estoy feliz. Estoy muy orgulloso de ti, Aemma.- Después de decir eso y sonreírle fue a revisar las posiciones de los otros chicos.

-Wow, nunca dejas de sorprender. Eso fue impresionante. Derrotar a Daemon Targaryen, eres muy buena.

-Gracias, mi Lord.

-Por favor, dime Cregan.

-Esta bien... Cregan.

Escapism || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora