XI

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Acababa de llegar a King's Landing, había volado por varias horas desde Dragonstone para llegar al que antes era su hogar. Ahora estaba muy cambiado, ya no veía los emblemas de su casa, todos habían sido reemplazados por estrellas de 7 puntas. Toda su vida había sido creyente de la fe de los 7, pero nunca pensó ver tantas alusiones a esta en el foso.

Al llegar a Fosodragón dejó a Vermithor en una de las cuevas, se despidió y este se durmió, estaba cansado. Aemma fue con Rhaenyra, Daemon y sus hijos hasta la entrada del castillo, en donde los recibió una pequeña guardia y no había nadie más. Daemon lo tomó como un insulto de parte de Alicent, Rhaenyra trató de calmarlo luego de que un paje les dijera que estaban esperándolos en el gran comedor para darles la bienvenida con una cena en familia. Rhaenyra también tenía un temperamento fuerte como el de su marido, pero evitaba la confrontación con su familia.

-Rhaenyra I Targaryen, princesa de Dragonstone, su marido, el principe Daemon Targaryen. Sus hijos, Jacaerys Velaryon, Lucerys Velaryion, Joffrey Velaryon, Baela Targaryen, Rhaena Targaryen y Aegon III Targaryen. La princesa Aemma I Targaryen.- Fueron anunciados, primero pasaron Rhaenyra con Daemon y sus hijos y detrás pasó Aemma. Miraba al frente, se veía imponente, Aemond estaba presente y no iba a dejar que la viera débil.

-Que gusto que estén aquí.- Dijo Viserys abrazando a su hija mayor con una sonrisa en el rostro, se veía cansado. Luego de los saludos pertinentes se sentaron frente a la mesa. Aemma tenía a Jace a su derecha y a Aemond a su izquierda, todo el rato ignoró que este la no dejaba de mirarla.

Pov Aemond
Estaba nervioso porque sabía que volvería a ver a su hermana y no sabía que hacer. Se había comportado como un idiota con ella y la extrañaba, pero no podía ignorar el hecho de que había decidido irse con Rhaenyra, había elegido un bando y no era el mismo suyo.

Su madre los había obligado a estar presentes durante la comida por su padre. Estaba al lado de Aegon y a su lado estaba la silla de Aemma, siempre se había sentado a su lado y suponía que sería igual esta vez. Vio como entraba Rhaenyra, nunca la llamaba hermana, su tío Daemon y los hijos de estos. Después de todos estos vio entrar a Aemma, tenía un vestido sin hombros que dejaba ver un poco su pecho. Por su cabeza pasaron mil cosas pero fue interrumpido por su hermano.

-Mira eso, al parecer nuestra hermanita se puso buena. Si eres inteligente ya no vas a tener que contratar putas de cabello pintado.- susurró a su lado.

-Cállate, Aegon- dijo enojado entre dientes. Detestaba la idea de que Aegon pensara así de su hermana.

-Por favor, no te hagas el santo. Bien sabes que estabas destrozando ese vestido con la mirada apenas entró. No te culpo, solo basta con mirarla para saber porque.

-Te dije que te callaras.- dijo de igual manera pero ahora dándole un codazo en las costillas. Aegon estaba ocultando el dolor para que nadie se diera cuenta de su conversación.

Era cierto todo lo que este le había dicho. Desde que tenía 15 y Aegon lo había llevado a la calle de la seda había empezado a contratar prostitutas rubias o que tuvieran el cabello rojo. Por eso lo de las putas de pelo pintado, muchas lo teñían solo para poder pasar una noche junto al príncipe. Era sabido que el príncipe no era para nada pudoroso en la intimidad, y muchas trataban de yacer con él con la esperanza de que se enamorara y se casara, pero eso no era posible.

Entra aquellas que conformaban el grupo que ya había estado con él se sabía que en algún momento llegaba a murmurar un nombre "Aemma". No decían nada, pero sabían que era por su hermana. Y sí, viéndola, lo único en lo que podía pensar era las mil formas que se le ocurrían de desvestirla y hacer que todo king's landing escuchara como gritaba su nombre.

Aemma se sentó a su lado y estaba conteniendo el impulso que tenía de tomar su mano o poner la suya en la pierna de ella. No habían hablado en años, y no estaba seguro de lo que podía pasar. No habló durante la cena.

-Muchas gracias por la bienvenida, pero me retiraré a mis aposentos, me encuentro cansada por el viaje.-Aemma hizo una reverencia para darse la vuelta.

-Por favor permíteme escoltarte, como antes.- El chico se paró y le ofreció su brazo.

-Recuerdo en dónde están. No se moleste en acompañarme.- Ella lo miró a los ojos, tenía una mirada fría como el hielo que le caló hasta los huesos. Aunque su respuesta había sido tan cortante se había percatado que tenía puesto el collar que le había dado hace años. Ella siguió su camino desapareció luego de que cerraran las puertas tras ella.

Aemond se volvió a sentar, estaba desorientado y no entendía lo que pasaba. Escuchó que Aegon se acercó a su lado y se rio.

-Creo que la vas a tener más difícil de lo que pensabas.

-Tú te callas.- dijo mirándolo inexpresivo.- Si me disculpan, yo también me retiro.

Luego de salir de la sala fue a su habitación, escribió una nota y salió. Se dirigió a los aposentos de su hermana, que estaban muy alejados de los de él, deslizó la nota por debajo de la puerta y se fue de nuevo a su habitación. Se puso una capa que escondía su larga cabellera platinada casi blanca y su rostro para no ser reconocido.

Salió del castillo por un atajo que conocía y se dirigió al pueblo. A todo esto ya era casi de noche. Caminó hasta la entrada de una taberna que conocía bien y se quedó parado ahí.

Pov Aemma
Le enojaba cono Aemond pretendía que nada había pasado y quería que todo fuera como antes. Cuando estaba en su habitación vio como una nota se deslizaba por debajo de su puerta. Al recogerla se dio cuenta de que conocía esa letra.

Por favor hablemos. Ve a la taberna más cercana a la fortaleza. No dejes que te vean.
-A.T.

Cuando eran pequeños se percataron de que Aegon, Aemond y Aemma tenían las mismas iniciales, así que como chiste interno, todas las notas o cartas que escribían las firmaban como "A.T." para que los demás no supieran de quien era.

Tomó una capa que le cubría el cabello y la cara y salió de la fortaleza. Aprovechó que su protector estaba tomándose un descanso y hablando con su gemelo para poder escabullirse. Al llegar a la ciudad se sintió perdida, había mucha gente, poca luz y no sabía a dónde ir. Empezó a caminar y vio una taberna, supuso que era esa. Al llegar vio que había un hombre con capa en la entrada.

-¿Aemond?- preguntó con cautela. El hombre levantó el rostro para dejar ver un ojo violeta y un parche.

-Ven- Fue lo único que dijo. Tomó su mano y se dirigió al interior del lugar, se sentaron en una mesa al fondo.

Escapism || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora