III

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Al despertar, se vistió. Su atuendo era uno negro con rojo, su hermana lo había dejado ahí cuando estaba dormida. Era especialmente hecho para montar, la niña se emocionó y se apresuró a ponérselo.

Al salir de la habitación fue a la de Rhaenyra a despedirse. Todas sus cosas ya estaban empacadas y siendo llevadas al barco.

Todo el mundo salió para despedirlos, subieron al barco y a sus dragones respectivamente. Aemma estaba triste de que no pudo pasar más tiempo con su hermana y su familia, y también por no poder compartir tanto con Aemond.

El viaje no fue muy largo, ya que la isla estaba cerca de la capital. Cuando llegaron, Aemma tuvo que ir a pozo dragón para dejar a Vermithor, que no estaba ahí desde hacía muchos años.

Luego, cada quien fue a sus aposentos para descansar y que acomodasen sus cosas. Para el momento del almuerzo, los hijos del rey fueron al comedor como de costumbre, siempre almorzaban solo los cuatros, aunque Aemma solo hablaba con Aemond y Aegon con Helaena.

Aemond se escondió de ser Criston para no seguir entrenando y quedarse con su hermana. Hablaban de lo que fuera, los chismes del castillo, aquello que los hacía felices, si tenían alguna preocupación, lo sabían todo el uno del otro y no se escondían secretos. Pasaron toda la tarde en el piso del balcón de la habitación de la menor para no ser descubiertos. Sabían que terminarían casándose, nadie se los había dicho, pero lo sabían porque era la tradición de su casa, y siempre estuvieron de acuerdo con la idea.

Al anochecer, a la hora de la cena, fueron al salón del comedor, solo se encontraba su padre, ya que su madre alegó sentirse cansada. Aparecieron Aegon y Helaena y luego Aemond y Aemma, los dos chicos corrieron las sillas para que sus hermanas tomaran asiento, después se sentaron a sus lados.

-Vaya, a qué viene tanta galantería de su parte?- preguntó Viserys sorprendido con una gran sonrisa en los labios.

-Casarse con una princesa Targaryen no es cualquier cosa.-dijo Aegon, mostrando un poco de sensatez por primera vez.

-Si lo vamos a hacer, tenemos que ganárnoslo.- completó Aemond.

Viserys rio sonoramente.-Bueno, pues me alegra que traten bien a sus hermanas y que sepan el privilegio que tienen.- dijo antes de empezar a comer. Aemma le sonrió a Aemond, que la veía con los ojos brillantes de felicidad.

Después de la cena, Aemond y Aemma se quedaron paseando por el jardín viendo las estrellas. ser Arryk y ser Erryk Cargyll, los capas blancas designados a protegerlos se quedaron hablando a unos metros de ellos. Era un momento único, el cielo estaba despejado, las estrellas se veían claras, la brisa era suave y cálida y no había mucho ruido. Se sentaron en una de las bancas rodeada de flores.

-Escuché lo de tu cabello.- dijo Aemond rompiendo el silencio y tomando un mechón de hermana para retorcerlo entre sus dedos.

-Al parecer todo el mundo lo sabe. Bueno, siempre he admirado a Visenya, y esto me hace un poco más parecida a ella.- respondió mirándolo.

-Oye, están distraídos, ven.- la tomó de la mano en silencio para ir entre los árboles.

-¿A dónde me llevas?- dijo en un susurro cuando vio que se detenían frente a un árbol muy grande.

-Hace poco encontré este árbol y quería enseñártelo.- al terminar de decirle eso se sentó en las raíces del gran árbol. Palmeó a su lado para que ella se sentara también.

-Es muy grande.- dijo mirando hacia arriba maravillada por la inmensidad de la planta.

Al voltear el rostro vio que Aemond estaba muy cerca de ella. No se apartó, se quedó mirándolo en silencio.

Escapism || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora