Era una noche terrible, Lucerys se sentía fatal, no podía dormir, incluso intentó recordar los suaves toques y aquellas hermosas palabras que compartió en secreto con Aemond aquella cena, pero eso no fue suficiente.
Sabía lo que estaba por venir y, en su mente, vio la terrible rueda parada sobre él y su familia, por mucho que daba vueltas y vueltas en su cama, no encontraba descanso.
Esta noche era aquella, aquella fatídica noche cuando el rey finalmente pasaría a mejor vida y después todo sería caos. Sin embargo, ya no están en Dragonstone, aun estaban en la Fortaleza Roja.
A qué destino llevará ese hecho, el joven príncipe no estaba seguro.
Pero estaba seguro de algo, Aemond, Aegon y Helaena se preocupaban por ellos, se escribieron cartas durante años, estaban conectados, crecieron con lazos de amor y familia.
Estos momentos fueron los más críticos de su vida previa y el menor estaba nervioso, quería pensar que tomó las decisiones correctas, debía salvar a su familia, él se lo prometió.
El silencio continuó, el chico de cabello marrón miró el oscuro techo y suspiró pesadamente, cerró lentamente sus ojos pensando el porque no se ha vuelto loco.
La rueda que tenía en frente se veía magnifica, se acercaba más y más hacia él. Al momento en que esta ya estaba lo suficientemente cerca, Lucerys la vio con fervor.
El estómago de Lucerys se contrajo, pero aun así su mirada estaba fija en aquella rueda. La sensación de estar en aquel precipicio, y a la expectativa de algún cambio era demasiado.
Lucerys tragó en seco, la rueda finalmente se movió y así mismo cerró sus ojos, consciente de la situación.
El mundo a su alrededor se volvió pequeño, se enfriaba cada vez más.
No quería aceptarlo pero era una realidad...
... su abuelo, el Rey Viserys ha muerto.
Lucerys mantuvo sus ojos firmemente cerrados, su labio inferior tembló ante la idea del fallecimiento de su querido abuelo, mordió su lengua reteniendo así un sollozo que amenazaba con salir, acto seguido, acurrucó su pequeño cuerpo de costado.
A pesar de todas sus faltas y errores, el anciano amaba a su familia, Luke nunca podría culparlo por los eventos del pasado, se vio rodeado de personas que pensaban solo en su interés propio y no en el reino. Viserys era un rey maravilloso, pero estaba cegado, pensó que la bondad de su familia triunfaría sobre aquellos que buscaban manipular a la familia del Dragón, pero eso estaba muy lejos de la realidad.
"No sucederá, abuelo", rezó suavemente en su almohada, "permaneceremos juntos esta vez", dijo abriendo sus ojos, "es una promesa" "... Geros ilas, abuelo", Lucerys susurró lo ultimo con una leve sonrisa.
(Adiós).
El joven príncipe nuevamente cerró sus ojos y se permitió dormir, cualquier cosa que se avecinara iba a enfrentarlo, aceptaría lo que entrara por esa puerta dentro de pocas horas.
Pasaron alrededor de dos horas, cuando escuchó el suave golpe en su puerta, Lucerys abrió lentamente sus ojos y se sentó en su cama, su mano tallaba suavemente su ojo, dando así una imagen angelical para cualquiera que lo admirara, su corazón latía en demasía. Miró la puerta que tenia en frente y escuchó una suave voz detrás de ella.
"Soy yo", aquella voz dulce y cariñosa era demasiado familiar, "soy yo Luke, Aemond".
Lucerys se dirigió hacia la puerta, suavemente la abrió y asomó su cabeza. Aemond no perdió el tiempo, lo atrajo a sus brazos y lo abrazó fuertemente, el menor correspondió inmediatamente y se aferró a él, apoyó su cabeza en el hombro del mayor y suspiró. Una vez se alejaron, observó la vestimenta de Aemond, eran ropas sencillas y llevaba una túnica sobre sus hombros.
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Rueda del tiempo y de la luz
De TodoLucerys Velaryon ha muerto y con ello comienza la Danza de los Dragones... ¿Pero fue realmente el final para él? Desde la muerte, un ser le concedió a Lucerys una segunda oportunidad en la vida; para evitar la guerra y evitar que su familia se desmo...