2✟ La idea ✟

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☽ 𝕼𝖚𝖎𝖓𝖓 ☾

La mañana después de mi excursión nocturna cuando entro en la enorme sala de estar del castillo con mi café en la mano inmediatamente me doy cuenta que no estoy sola. Heidi me da los buenos días pero Agatha, la nueva recepcionista, está junto a ella. Su conversación parece terminar en cuanto me ven y eso me molesta un poco, pero como seguro tengo que pagar derecho de piso por ser la nueva -incluso más nueva que Agatha- decido no darle importancia.

—Alguien no durmió anoche, ¿o me equivoco Quinnie?—es el sobrenombre que Heidi me ha puesto y le sonrío sentándome junto a ellas.

—Aún tengo jet lag—miento. Porque la verdad es que no tengo ganas de admitir que no quise volver a dormirme después de sospechar que el tipo con el que sueño desde hace meses podría ser un idiota de la Guardia.

—Pues espabila porque debes comenzar a entrenar en unos minutos—y en cuanto escucho eso recuerdo que le prometí a Aro que voy a entrenar para aprender algo de defensa personal. Después de todo ahora que soy una Vulturi tengo puesto un blanco en la frente que dice "patéenme".

Dicho esto me guiña un ojo y se va. Sé que ella tiene un don de atracción y que capta así humanos para que vayan al castillo, así que supongo que se irá a hacer algo de eso pero no quiero saber muchos detalles.

—Oí que Felix va a entrenarte—comenta Agatha como si tuviese que saber quién diablos es Felix, pero al ver mi mueca prosigue—. Es el más fuerte de toda la Guardia, tienes mucha suerte de que Aro le haya insistido para que te entrene.

—¿Tuvo que insistir demasiado? Auch—bromeo alzando mi taza de café en el aire y fingiendo que me duele el pecho. Ella sonríe y después comienza a levantarse para irse, y no quiero que lo haga porque es humana y es lo más cercano a la normalidad que tengo—. Me imagino que existe un gimnasio espectacular para que entrenen, ¿verdad?

Agatha enarca una ceja como si hubiese preguntado una obviedad.

En menos de diez minutos estoy con un conjunto deportivo gris claro esperando fuera de una puerta que tiene dos espadas cruzadas. Mi único contacto con los deportes hasta el momento ha sido yoga en el primer semestre de la facultad y eso fue porque me gustaba el instructor. Toco la puerta con suavidad y luego con más decisión, y entonces la puerta se abre de golpe ante mí.

Tengo delante de mis ojos al tipo del pasillo que por suerte parece estar yéndose para que pueda tener mi entrenamiento pero en cuanto me hago a un lado para dejarlo pasar se me queda viendo inclinando la cabeza.

—¿Acaso te rompiste, humana?—si piensa que voy a saludarlo después del comentario de hace unas horas está muy equivocado.

—Mi instructor me está esperando así que hazte a un lado, Drácula—contesto y espero que le moleste el sobrenombre pero una sonrisa burlona se escapa de sus labios.

Pese a que quisiera atacarlo, no puedo negar que el look deportivo le queda bien. Muy bien. 

—Pues qué suerte la de tu instructor—comenta por lo bajo con sarcasmo y se aleja de la puerta para que entre. Lo hago y enseguida noto que no hay nadie ahí excepto por nosotros—. Por si no lo has notado, Einstein, vas a entrenar conmigo.

Oh santo Dios. Él es Felix.

Lo siguiente que pasa es que me está estudiando con la mirada, dando vueltas a mi alrededor como si fuese un espécimen que estudiar. Lleva su sudadera remangada hasta los codos y puedo verle muchos tatuajes surcando su piel, quizás casi por completo. De verdad sus antebrazos parecen fuertes y marcados por venas, al punto que me pregunto cómo se sentiría si me levantase del suelo ahora mismo para arrinconarme.

ᴀғᴛᴇʀ ʜᴏᴜʀs; [ғᴇʟɪx ᴠᴜʟᴛᴜʀɪ+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora