7✟ El club ✟

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☽ 𝕱𝖊𝖑𝖎𝖝 ☾

Golpeo por segunda vez al maldito neófito que se retuerce justo debajo mío, lo inmovilizo con la rodilla y el tercer golpe no es necesario porque el muy idiota de Demetri le separa la cabeza del cuerpo sin darme tiempo de terminar mi trabajo.

—Hijo de...—gruño algo cabreado y me levanto intentando quitarme el maldito polvo que emanan los muy malditos cuando uno los mata.

—¿Desde cuándo te toma más de un golpe?—el muy hijo de puta de Demetri me incordia con una sonrisita mientras se aleja rápido porque sabe que estoy a segundos de buscarlo y de verdad intentar lastimarlo.

Otros miembros de la Guardia siguen peleando pero ya estoy algo harto de destrozar la primera línea de neófitos, me interesa mucho más saber por qué demonios los crearon y dónde diablos está el creador. Pero cuando Afton y yo vemos a Demetri volver hacia nosotros negando con la cabeza sé que nos va a tomar algo más de tiempo volver a Volterra.

—No puedo encontrar un puto rastro de ese sujeto, es como si nunca hubiese estado aquí—Demetri nos explica con algo de enojo en la voz y yo me cruzo de brazos enarcando las cejas.

—¿No se suponía que podías encontrar a cualquiera dónde sea?

—Vete a la mierda—me contesta mi amigo muy cabreado y rodando los ojos.

Más tarde en la noche estamos en un pub de Londres, no es lo ideal teniendo en cuenta que en teoría estamos en una misión muy importante pero qué demonios, nadie nos prohibió beber en horarios de servicio que yo sepa. Y además el creador de neófitos no parece estar moviéndose o nos hubiésemos enterado, así que no hay motivo para quedarse esperando en las sombras.

Después de mi tercer vaso de whisky estoy empezando a sentirme inquieto. No es que tengamos prohibido cazar ahí, incluso hay una preciosura mirándome desde la barra del bar y quizás si no estuviese pensando estupideces ya estaría con mis colmillos en su cuello mientras me la follo en algún pasillo del pub.

Pero sé que su sangre será aburrida, sé que después de un milenio es imposible que desee tanto morder a alguien y convertirlo en mi juguete personal. Y ahí es donde me equivoco, carajo, porque anoche probé la sangre más deliciosa del jodido mundo.

—... porque es igual a Catharina y lo sabes, Dem. Aún me sorprende que nadie se lo haya mencionado—la voz de Afton llega a mí y de verdad no quiero ser parte de esa conversación.

—Oh claro, sus primeras semanas en el castillo deberían venir con un manual que diga "Eres idéntica a tu madre muerta"—mi mejor amigo contesta en tono burlón aunque sé lo que esconde detrás de esa sonrisa de autosuficiencia.

Los dos me miran a mi esperando que diga algo pero enarco las cejas mientras apuro el resto del whisky casi al mismo tiempo que mi celular comienza a vibrar: es Renata.

—¿Te diste cuenta de lo jodida que estás y pides refuerzos para cuidar el Castillo?

Pero la voz que suena del otro lado no es de Renata. Es Quinn. Una Quinn algo achispada y juguetona que me gustaría incordiar en persona.

Ella suena desesperada, frustrada incluso, como si todos los demás tuviesen algo que ella quiere. Y sé que puedo dárselo incluso estando lejos, sé que pude dárselo la noche anterior.

Prácticamente desaparezco del club sin decirle nada a los demás y termino en uno de los callejones con una sonrisa en el rostro y oyendo que Quinn también se está moviendo del otro lado, seguramente buscando las habitaciones de las que le hablé.

¿Mencioné que conozco el club en el que está ella como la palma de la mano? Creo que estuve ahí mismo hace unas semanas con una chica pero quién mierda lleva la cuenta.

ᴀғᴛᴇʀ ʜᴏᴜʀs; [ғᴇʟɪx ᴠᴜʟᴛᴜʀɪ+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora