6✟ El club ✟

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☽ 𝕼𝖚𝖎𝖓𝖓 ☾


Pasé toda la noche avergonzada conmigo misma por lo que había hecho, en realidad lo que había dejado que Felix me hiciera. Pero mentiría si dijese que no me había gustado, de otra manera lo hubiese parado enseguida y eso claramente no había pasado. Porque Felix me había mordido y se había sentido como si me hubiesen tocado mil manos al rededor de todo el cuerpo, como si me acariciaran desde adentro y me subiera la temperatura mil grados. 

Lo que había seguido sin dudas me había llevado al punto de rogar para mis adentros que no parase jamás, que hiciera lo que quisiese conmigo. Y es que nunca había experimentado ser tocada así, ser consumida con tanta desesperación y desde luego nunca antes me había hecho apretarme contra la dureza de sus pantalones rogando ser follada.

Pero en cuanto me despierto la mañana siguiente hay una parte de mí que se siente usada y una que grita que vuelva a hacerlo, que está bien porque es él. Aunque también haya una parte que se pregunta por qué demonios me dejó sola y se fue al instante en que me vine en sus dedos, como si eso hubiese sido todo.

Me pone histérica pensar en que ya pasamos nuestra aventura y que probablemente no vuelva a pasar lo de anoche jamás. Sobre todo porque no puedo recordar jamás haberme sentido tan conectada con alguien, salvo en los sueños que había tenido varias noches.

Hicimos un pacto, uno en el que ambos ganamos pero quizás mi sangre no es tan especial como todos piensan y de verdad esto fue cosa de una sola vez.


Ese día es bastante tranquilo, tengo mi charla con Marcus en su biblioteca y aunque tengo ganas de preguntarle por la mujer de la pintura no lo hago y simplemente dejo que me pregunte lo que quiera. Por momentos parece que tantos años de vida le han quitado muchas cosas humanas, incluso la manera en que escribe en un cuaderno totalmente vintage para mí es algo parecido a ver una estatua de mármol tomando nota. Pregunta de varias maneras si alguna vez sentí algo extraño en mí en alguna situación estresante, si mi corazón se aceleró alguna vez de manera repentina cuando tenía un mal presentimiento o si alguna vez había tenido lagunas mentales.

—Estás tratando de definir si tengo un don o no, ¿verdad?—pregunto sin mucha vuelta, porque sé que Marcus es el más cuerdo de los tres reyes. Sé que soy la hija de Aro pero reconozco que debería ir al psiquiátrico o algo así.

—Eres una joven muy lista, Quinn—un atisbo de sonrisa parece emerger de su cara algo inexpresiva pero puedo ver el momento en que sus ojos se dirigen brevemente a la pintura y vuelven a mí, borrando su sonrisa inmediatamente y devolviéndole ese aire de obra de arte—. Pero me temo que si quieres averiguar si tienes o no un don deberías buscar ayuda en otro clan.

—¿Hay un vampiro que puede saber si otro tiene un don o no?

—Eleazar del aquelarre Denali podría decírtelo, eso si el hecho de ser una híbrida no le impide usar su don contigo—vuelve a bajar la vista hacia sus anotaciones y prosigue con algunas preguntas más, sin profundizar demasiado sobre Eleazar y otra vez, aunque me muero por preguntarle cómo puedo contactarlo, no lo hago porque siento que no quiere hablar de eso ahora.

El resto del día termino unos pendientes de la uni, deambulo un poco por el castillo y llego a la conclusión de que muchos Guardias Reales no se encuentran ahí, ni Demetri, ni Felix ni nadie. Pero casi de inmediato Renata aparece con una sonrisa como si me estuviese buscando.

—A ti te quería ver, Quinnie—me pasa un brazo sobre los hombros y camina conmigo por los pasillos oscuros— ¿No te encanta que todos los pesados se hayan ido a Londres?

ᴀғᴛᴇʀ ʜᴏᴜʀs; [ғᴇʟɪx ᴠᴜʟᴛᴜʀɪ+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora