Epílogo

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Minji estaba abriendo la puerta levemente, evitando emitir cualquier ruido, no queriendo despertar a la durmiente, aún. Su esposa le había ordenado despertar a la niña, sus suegros se encontraban en un crucero por el mediterráneo y las dos adultas estaban encargadas de cuidar de la adolescente, hace dos semanas desde que llegaron a la casa. Despertar a la chica de dieciséis años ya formaba parte de la rutina, ya que Minji era la única capaz de interrumpir el sueño de la chica sin terminar lastimada. Si su esposa intentaba despertar a su hermana menor normalmente terminaba golpeada por una almohada o recibía quejidos negativos de la niña, por esa razón Minji era la encargada de levantarla todas las mañanas.

-Eh, despierta, bella durmiente- Comenzó diciendo la pelinegra, sentándose en el borde de la cama y sacudiendo levemente sus piernas.

-Mmm- Fue lo único que recibió como respuesta.

Minji inspeccionó el cuarto de la chica, aun sin levantarse de la cama, algunas
revistas y la ropa regada por el suelo. El ordenador estaba encendido y mostraba la aplicación de iTunes abierta, parecía que alguien se quedó hasta tarde escuchando canciones de Mitski. Minji sonrió, era en parte su culpa que la adolescente tuviera una obsesión con esa artista ya que desde pequeña la pelinegra le regalaba discos de sus artistas favoritos para su cumpleaños.

-Vamos, Manchae, tienes que despertar.

Minji insistió una vez más lazándose juguetonamente sobre el ahora gigantesco cuerpo de Eunchae bajo las mantas.

Eunchae volvió a gruñir acurrucándose más en la cama e intentando apartar a su adulta favorita de encima, aun no entendía como su hermana soportaba ser despertada por Minji todos los días. Era muy entusiasta y lo peor era que le daba resultado, siempre las dos hermanas Pham terminaban obedeciendo a Kim.

-No, Minji Unnie, vete- Dijo jadeando por falta de aire cuando Minji volvió lanzarse aplastando su estómago.- ¡Ahg!

-Si no quieres otro ataque sorpresa, levántate- La amenaza iba enserio y Eunchae sabia eso.

Aun así, se resistió, ayer había durado hasta tarde escuchando música y mirando por la ventana, ella quería dormir al menos unas... Doce horas más, si, aquello se escuchaba de maravilla.

-Déjame.

-Pero ya es de mañana, tienes que ir al instituto- Le intentó quitar la almohada de la cabeza forcejeando durante un rato.

Ahora por culpa de la pelinegra, la castaña estaba más despierta de lo que quería estar, ella gruñó nuevamente. Se resignaba a moverse de la cama, eso hasta que algo de lo que dijo Minji le llegó con claridad a la cabeza: "instituto". De un salto se incorporó en la cama, logrando hacer caer a Minji de culo al suelo. Eunchae se rió un poco, su cuñada podría tener veintisiete años, pero a veces era casi tan infantil como ella.

Ni hablemos de su hermana, Hanni aun saltaba por los regalos el día de Navidad.

-¡Tengo que cambiarme, se me hace tarde!- La menor de los Pham pegó un salto corriendo al cuarto de baño, parecía entre emocionada y feliz.

-Pero ¿Ahora por qué tanto entusiasmo?-Minji rascaba su cabeza formando una mueca ya que le dolía el trasero ¿Por qué los pisos de madera debían ser tan jodidamente duros? ¿Cuál era la necesidad?

Eunchae volvió a salir del baño quietándose el pijama y cambiándose a trompicones por unos short y un jersey, Minji alzó su ceja observando el apuro de la chica.

-Descuida, Manchae, aún faltan veinticinco minutos. Puedes llegar- Aun así, Eunchae le miró sacándole la lengua y con los ojos brillantes, cepillando su cabello.

Rivales Donde viven las historias. Descúbrelo ahora