Algunas cifras.

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Un instante después, nos hallábamos sentados en un diván del salón, con un cigarro en la

boca. El capitán me mos-traba un dibujo con el plano, la sección y el alzado del Nauti-lus.

Comenzó su descripción en estos términos:

He aquí, señor Aronnax, las diferentes dimensiones del barco en que se halla. Como ve,

es un cilindro muy alargado, de extremos cónicos. Tiene, pues, la forma de un cigarro, la

misma que ha sido ya adoptada en Londres en varias cons-trucciones del mismo género. La

longitud de este cilindro, de extremo a extremo, es de setenta metros, y su bao, en su mayor

anchura, es de ocho metros. No está construido, pues, con las mismas proporciones que los

más rápidos va-pores, pero sus líneas son suficientemente largas y su forma

suficientemente prolongada para que el agua desplazada sal-ga fácilmente y no oponga

ningún obstáculo a su marcha. Estas dos dimensiones le permitirán obtener por un simple

cálculo la superficie y el volumen del Nautilus. Su superficie comprende mil cien metros

cuadrados cuarenta y cinco cen-tésimas: su volumen, mil quinientos metros cúbicos y dos

décimas, lo que equivale a decir que en total inmersión des-plaza o pesa mil quinientos

metros cúbicos o toneladas.

»Al realizar los planos de este barco, destinado a una na-vegación submarina, lo hice con la

intención de que en equi-librio en el agua permaneciera sumergido en sus nueve décimas

partes. Por ello, en tales condiciones no debía des-plazar más que las nueve décimas partes

de su volumen, o sea, mil trescientos cincuenta y seis metros y cuarenta y ocho centímetros,

o, lo que es lo mismo, que no pesara más que igual número de toneladas. Esto me obligó a

no superar ese peso al construirlo según las citadas dimensiones.

»El Nautilus se compone de dos cascos, uno interno y otro externo, reunidos entre sí por

hierros en forma de T, que le dan una extrema rigidez. En efecto, gracias a esta disposi-ción

celular resiste como un bloque, como si fuera macizo. Sus juntas no pueden ceder, se

adhieren por sí mismas y no por sus remaches, y la homogeneidad de su construcción,

debida al perfecto montaje de sus materiales, le permite de-safiar los mares n-ás violentos.

»Estos dos casos están fabricados con planchas de acero, cuya densidad con relación al

agua es de siete a ocho déci-mas. El primero no tiene menos de cinco centímetros de

es-pesor y pesa trescientas noventa y cuatro toneladas y noven-ta y seis centésimas. El

segundo, con la quilla que con sus cincuenta centímetros de altura y veinticinco de ancho

pesa por sí sola sesenta y dos toneladas, la maquinaria, el lastre, los diversos accesorios e

instalaciones, los tabiques y los vi-rotillos interiores, tiene un peso de novecientas sesenta y

una toneladas con sesenta y dos centésimas, que, añadidas a las trescientas noventa y cuatro

toneladas con noventa y seis centésimas del primero, forman el total exigido de mil

Veinte mil leguas de viaje submarino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora