11. El Maestro de Pociones de los Elfos Domésticos de Hogwarts

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N/A Muchas gracias a Yen por limpiar éste. Me alegra mucho que esta serie haya concluido por fin. Me costó escribir estas dos últimas entregas, son mucho más tristes y oscuras que el resto de la serie, y eso fue parte del atasco. Estaba escribiendo esto para que fuera ligero y divertido y no podía resolver cómo hacerlas de ese modo.

¡Espero que todos disfrutéis! ¡Gracias por leer!

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Un amo muerto pero todavía dando órdenes, el otro cree que está a cargo de Hogwarts. Severus sólo quiere que termine esta guerra.

El Maestro de Pociones de los Elfos Domésticos de Hogwarts

Severus observaba los rostros de personas que había considerado sus amigos – unos que creía le consideraban un amigo hasta este pasado mayo – mientras Voldemort anunciaba que iba a ser Director de Hogwarts y que los Carrow iban a ser Subdirectores conjuntos.

Minerva parecía horrorizada – oh, estaba haciendo un buen trabajo ocultándolo, pero él la conocía demasiado bien. Filius y Pomona estaban justo allí. El rostro amable de Hagrid no podía ocultar la ira en sus ojos. Los demás parecían indignados, pero su reacción no era tan dolorosa.

Apartando los ojos de la expresión acusadora de Filius, captó la vista de Nilly, Mirk, Lilac, y Ebony cerca de las escaleras. El temor lo alanceó. Sí, los elfos habían estado ayudando todo el verano. Sí, dijeron que comprendían que tenía que obedecer a su amo – tenía que obedecer a Albus. Pero, ésta era la primera vez que lo habían visto junto a Mortífagos, a la sombra del mismo Señor Tenebroso.

La preocupación, la misma que había sido sofocada cuando se convirtió en profesor aquí por primera vez, le carcomía. ¿Y si los elfos le odiaban? ¿Le echaban la culpa? Podían hacer su vida aún menos digna de ser vivida.

Nilly inclinó la cabeza, las orejas tiesas y una sonrisa de bienvenida en los labios. Con un movimiento de espantada, alejó a los otros tres elfos y le esperó.

Una vez terminó la presentación del Señor Tenebroso y todos los demás hubieron abandonado el vestíbulo, ella le siguió al despacho del Director.

"Nilly ha trasladado tus cosas a tu nueva habitación, Severus," murmuró ella.

'¡Eso está bien! No puedo quedarme en mi pequeña habitación cerca de la cocina.' Un dolor sordo lo llenó uniéndose a los demás dolores en su corazón. 'Me llamó Severus.' Echó un vistazo a la pequeña elfina caminando a su lado. 'Y su tono no fue frío. Quizá...'

"¿Cenarás en la Cocina o en el Gran Comedor?" preguntó ella. "Nilly espera que sea en la Cocina, pero comprenderá."

Él se detuvo en la escalera que conducía al despacho del Director, "He de ser visto en el Gran Comedor."

Las orejas de Nilly cayeron, "Pero Severus no comerá bien allí. No será un buen lugar para ti."

Él sabía que era cierto. Sólo la idea de cenar rodeado de odio le revolvía el estómago.

Las orejas de ella se irguieron. "Severus comerá con nosotros antes de la comida del Gran Comedor, y luego comerá un poco allí."

"¿Será mejor comer en la cocina?" preguntó él, las palabras escapando antes de que pudiera contenerlas.

Nilly lo fulminó con la mirada, "Severus, todos los elfos saben por qué hiciste lo que hiciste. Todos los elfos están dispuestos a ayudarte a mantener a salvo a los estudiantes este año."

El peso cayó de sus hombros. No estaba solo. "Gracias, bajaré a cenar."

Con una expresión satisfecha, ella se alejó.

El Efecto de OndeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora