Estaba estirada en la cama de arriba de la litera en cuanto oí que se abría la puerta, y entró mi madre, pero espera, aún hay otra persona, ¿Desde cuándo mi madre va ligando por ahí? Me pregunté. Pero para mi sorpresa, el que había venido era Lucas.
- ¿Ya estás en la cama?- preguntó con el ceño fruncido- Estas en un tren con un montón de actividades nocturnas y tú estás dentro de tu cama viendo una película romántica, solo te falta el paquete de pañuelos. Además un pajarito me ha dicho que eres de las que le gusta la noche, así a que esperas para cambiarte, va nos vamos en cinco minutos, te espero en la puerta.
- Pero...-dije intentando librarme de esto, pero cerró la puerta demasiado rápido para que pudiese replicar.
Mi madre comenzó a reírse ¿Pero se puede saber que ha pasado aquí? ¿Y esta entrada repentina con esta propuesta sin opción a rechazo? No lograba entenderlo.
- Venga que te está esperando-dijo mi madre- vístete y sal un poco por aquí, lo necesitas.
- Pero esto es injusto, yo no quiero salir.-repliqué de mala gana mientras salía lentamente de la cama- encima no tengo nada decente que ponerme-dije a modo de excusa.
- Pues va a ser que si, metí tu vestido favorito en la maleta- dijo mi madre-así que no tienes excusa, además por si un caso siempre hay que llevar buena ropa, tranquila, también están los tacones y en el neceser pequeño tienes el maquillaje.
¿Cuándo dejará de ser tan previsora? Pensé mientras se me escapaba una pequeña sonrisa, no sé cómo, pero diez minutos después tenía mi vestido negro puesto, era negro de palabra de honor, ajustado en el pecho y luego una caída de color blanco que me llegaba por delante hasta las rodillas y por detrás hasta un poco más por debajo de ellas, intenté arreglarme el pelo como pude, ya que estaba rebelde, pero me di por vencida, me di un ligero toque de maquillaje para parecer natural, salí me puse los zapatos y la previsora de mi madre ya me había preparado un pequeño bolso que iba a juego.
- Toma cariño-dijo mientras me daba el bolso- sal y pásatelo bien, no te preocupes por mí, disfruta todo lo que se pueda disfrutar en un tren.
- Vale.- dije un poco confundida- ya os vale hacerme esto, con lo que me apetecía ver esta película otra vez, sabes que quinientos días juntos me gusta mucho, esto ha sido a traición.
Mi madre no hizo otra cosa que guiñarme un ojo, reírse y hacerme un gesto para que saliera. Es verdad, Lucas. Me dije a mi misma, ya ni me acordaba para que tanta preparación, ya verás la risa que le va entrar cuando me vea tan arreglada. Con suerte, después de haber conocido a mi madre, lo entenderá todo. Al salir me lo encuentro sentado en frente, en realidad se ha cambiado, lleva unos tejanos negros ajustados, un polo blanco y unas bambas, se levanta nada más verme, me coge de la mano y me da una vuelta.
- Madre mía, que guapa vas- dice sorprendido.
- No exageres, no es nada.- dije sonrojándome- tu también vas muy guapo.
Ahora que miro de cerca, el chico no es feo, medirá un metro ochenta y dos aproximadamente, total, que por muchos tacones que lleve no llego a su altura, tiene una sonrisa perfecta y blanca y unos ojazos verdes de infarto.
- Oye, por cierto, ¿Dónde vamos?-dije intrigada- ¿De verdad que hay algo interesante en este tren por las noches? Porque parece bastante aburrido.
- Si te soy sincero, no tengo ni la menor idea de lo que hay.- dijo un poco nervioso- solo quería salir un rato de mi camarote de noche, y que mejor que una buena compañía para hacerlo.
El ambiente parecía un autentico mar de nervios, ambos caminábamos tensos y nerviosos hacia el bar que se encontraba en la otra punta del vagón, no sabíamos cuando entablar una conversación, solo nos echábamos miradas, y cuándo uno de los dos parecía darse cuenta de que lo miraba, el otro apartaba la mirada.
- Bueno, ¿Dónde nos sentamos?- preguntó ahora con su sonrisa de siempre.
- Pues si no te importa me gustaría sentarme al lado de la ventana- le respondí todo lo tranquila que pude.
¿Pero Laura, se puede saber qué te pasa? No pareces tu, relájate, es un chico cualquiera, no hay de qué preocuparse.
- Vale, nos sentamos al lado de la ventana siempre y que no me dejes hablando solo.- dijo riéndose.
- Tranquilo, solo es que a la hora de la cena no me apetecía interrumpir vuestra interesante conversación.
Pidió dos cafés, y volvió a la mesa con ellos, la noche transcurrió tensa hasta que poco a poco íbamos abriéndonos más hasta llegar a hablar tranquilamente y acabar riéndonos a carcajadas. Cuando fueron las doce, decidimos abandonar el bar e ir hacia los camarotes, esta vez pasamos el trayecto hablando sobre tonterías, hay que ver lo interesante que puede llegar a ser este chico, pensaba para mis adentros mientras me reía interiormente. Fue una pena llegar hasta mi camarote.
- Espero que te haya gustado compartir este rato conmigo, porque a mí me ha encantado.-dijo con una amplia sonrisa- ahora hablamos, acuérdate de mandarme un mensaje para guardar tu número.
- De acuerdo, claro que me ha gustado, ha sido muy divertiros.- dije sonriendo.
De nuevo el ambiente se volvió nervioso, no sabíamos que hacer, hasta que finalmente Lucas me abrazó y se fue por el pasillo sin decir nada. Abrí la puerta, y todo estaba oscuro, así que decidí no encender la luz del camarote y me guié por la luz que producía la pantalla de mi móvil, cogí el pijama y me metí en el pequeño baño, encendí la luz y me vi, parecía distinta, parecía más feliz, más contenta, más mayor, los años no pasan para nada, me quedaba menos de medio año para cumplir los dieciocho, ya no era ninguna niña, todo cambiaba por momentos, por muy difícil que fuese de aceptar, me desmaquille y me puse el pijama, salí del baño y me tumbé en la cama, cogí el número de Lucas y empecé a hablar con él.
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Una vida para recordar
Teen FictionQuizás mi vida no ha sido la mas fácil, me llamo Laura, y esta se podría decir que es mi vida, es un poco desastre y desequilibrada, pero bueno, poco a poco le voy cogiendo el truco.