Capitulo 3:

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-       Laura, cariño-dijo mi madre entrando por la puerta con una sonrisa que se le desvaneció al verme- ¿Qué te pasa?-preguntó con cara de preocupación- Se que es duro todo este cambio, pero creo que es necesario, ya verás que nos vendrá bien, y que no me entere yo que vuelves a llorar.

Miré a mi madre y ella articuló una leve sonrisa, se que odiaba verme llorar, por eso evitaba que ella me viera haciéndolo, le seguí el rollo para no decirle porque verdaderamente estaba así, no quería preocuparla un poco más y además abrir un poco más la herida que tanto cuesta cerrar sobre el tema de mi padre.

-       No es nada, tranquila-dije tratando de hablar con un tono convincente- es solo que no se qué pasará y tengo un poco de miedo, pero supongo que todo irá bien.-sonreí ligeramente.

-       Espero que solo sea eso- dijo mi madre mientras se acercaba para abrazarme- va venga, vamos a explorar este tren antes de ir a comer, seguro que encontramos algo con lo que distraernos.

Nos levantamos del sillón y la cogí de la mano mientras nos dirigíamos a la puerta. ¡Qué fuerte es! Siempre lo ha sido por las dos, ojalá no hubiera sufrido tanto injustamente, espero algún día estar a su altura y ser tal ejemplo como ella, estoy orgullosísima. Pensaba para mis adentro, y con una sonrisa fuimos por todo el tren, no vimos gran cosa, básicamente estaba lleno de camarotes, un pequeño espacio con un par de estanterías con libros y revistas y unas mesas y sillones a su alrededor, Quizá me pase por aquí más tarde pensé y un pequeño bar antes de llegar al restaurante, dejamos de explorar y nos adentramos a comer.

-       Buenos días señoritas- dijo una señora de mediana edad con una sonrisa- ¿Qué desean para comer? Aquí tienen las variedades que hay para hoy.

Mi madre y yo observamos el panorama, no estaba tan mal, mi madre cogió un plato de pasta y un yogurt de postre, yo me decanté por un poco  de ensalada, un trozo de carne y una manzana para el postre.

-       ¿Eso es todo?- preguntó la señora sin perder esa bonita sonrisa.

-       Sí- contestó mi madre por ambas- muchas gracias- y ambas nos fuimos dedicándole una sonrisa a la señora.

Decidimos sentarnos en una mesa para dos al lado de una ventana, no me había fijado antes, pero la verdad, el paisaje que nos rodeaba era bastante bonito, se aceraba el final del verano, pero los campos estaban resplandecientes y parece que la lluvia había amainado.

-       Es bonito incluso visto a cámara rápida-dijo mi madre riéndose.

-       Pues la verdad es que si- dije yo contagiándome de su risa- me encantaría estar corriendo por este campo verde con un vestido de flores.

Las dos seguimos riéndonos y hablando de cosas triviales durante la comida, fue bastante divertido, en cierto modo echaba de menos esto, últimamente era difícil que ambas coincidiéramos para comer entre estudios y trabajo, a ambas nos costaba coincidir. Una vez acabadas de comer, dejamos las cosas es su sitio y nos volvimos a despedir de aquella señora tan risueña.

-       Mama, voy a echar un vistazo a ver que hay en la biblioteca, nos vemos luego- dije mientras la abrazaba.

-       Vale cariño, yo estaré en el camarote, cualquier cosa ya sabes dónde estoy.- aceptó mi abrazo con una gran sonrisa.

Me puse los auriculares y me dirigí hacia el espacio de la pequeña biblioteca, cierto es que me había preparado unos libros por si un caso, pero este pequeño lugar me resultaba incluso acogedor y la verdad es que no me apetecía empezar a leer ningún libro de los que me había preparado. Al llegar al pequeño espacio solo vi a un par de hombres, uno que ya era casi anciano y leía un periódico en un sillón y otro de unos cuarenta y cinco años que estaba con su portátil, supongo que absorto en cosas de trabajo, me pregunto cuánto estrés tendrá acumulado. Me acerco a inspeccionar las estanterías en busca de algo interesante, parece misión imposible hasta que lo encuentro, está un poco viejo, pero aun se puede leer, seguro que me trae buenos recuerdos.

Con una sonrisa en mi cara, me dirigí hacia un sillón y me senté empezando a leer, me embauqué tanto en la lectura que cuando quise darme cuenta el sol ya se estaba poniendo, y en la biblioteca solo había un chico que parecía más o menos de mi edad, parecía estar mirándome con cara de interesante, miré hacia otro lado por si se fijaba en otra persona, pero no había nadie más, y me fijé en sus ojos verdes y su pelo castaño oscuro. Me ruboricé un poco al ver que me sonreía, no estaba acostumbrada a que un chico me prestase atención, y me esforcé en devolverle la sonrisa. Estaba en una mesa con un libro, y noté que se levantaba, todo iba bien hasta que en vez de irse, se dirigió hacia mí.

-       Hola- me saludó con una voz dulce y amable- me llamo Lucas, vi que leíamos el mismo libro.

-       Hola- dije aun incomoda, maldita sea, Laura, tranquilízate- yo me llamo Laura, encantada. Si, al parecer estamos leyendo el mismo libro.

-       Sinceramente, me apasiona este libro-dijo sin quitar su sonrisa de la cara- en realidad es mi libro favorito.

-       ¿En serio?- le miré sorprendida- el mío también, me encanta, me lo he releído miles de veces.

-       Es como que nunca te cansas de leerlo- prosiguió él la conversación- te atrapa de una forma, que te hace leerlo una y otra vez sin cansarte de él. ¿Verdad?

-       Es exactamente lo que pienso- dije con una sonrisa nerviosa- no me estarás leyendo la mente. ¿no?

-       No tranquila- dijo con una carcajada- eres simpática- miró su reloj- lástima que sea tan tarde, toma-dijo entregándome un papel- he de irme, mis padres me esperan, háblame luego por mensaje, lo esperaré.

Se alejó con una sonrisa y saludándome, yo se lo devolví, y miré el papel, ponía su nombre con un número de teléfono ¿Y cuándo ha escrito el número? Sin darme cuenta, estaba sonriendo, parecía simpático, cerré el libro y lo medio escondí para terminármelo luego, me fijé en la hora, que tarde era, me había pasado toda la tarde leyendo, ni siquiera me di cuenta cuando entró, mi vicio a la lectura es malo, me reí sola mientras me dirigía hacia la habitación.

Una vida para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora